Sociedad.
La falta de sueño, un «atentado» contra la salud.
Solo el 5% de la población puede descansar cuatro horas y levantarse bien. Para el resto, no dedicar al sueño lo suficiente tiene consecuencias graves.
ISABEL MIRANDA - Madrid.
La explosión del transbordador espacial Challenger o el naufragio del petrolero Exxon Valdez son dos desastres con algo en común: la falta de sueño de los implicados. En el primer caso, algunos de los responsables de la NASA apenas habían dormido dos horas antes de comenzar el lanzamiento. «Aunque es admirable, plantea serias preguntas cuando pone en peligro el desempeño en el trabajo, especialmente cuando hay en juego decisiones críticas», dijo la comisión que lo estudió. En el caso del petrolero, el tercer oficial que estrelló el barco llevaba 18 horas sin descansar. Aun así, son muchos los que no dan importancia al sueño. Pero su carencia, insisten los expertos, tiene consecuencias que van más allá de una mala toma de decisiones.
La lista es extensa: deterioro cognitivo y de la memoria, alteraciones cardiometabólicas, tendencia a la diabetes y a la obesidad, cambios en el caracter con tendencia a la irritabilidad, a consumir sustancias estimulantes y drogas, somnolencia diurna y un mayor riesgo de accidentes, entre otros.
«Dormir poco es equivalente a un atentado a la salud, tiene precio», asegura el doctor Joaquín Terán-Santos, presidente de la Sociedad Española del Sueño (SES). Sí, hay personas que tienen un ritmo biológico que les permite con muy pocas horas estar en plena condiciones. «Son lo que llamamos cortos durmientes, pero es realmente extraño».
Menosprecio del sueño
Las estadísticas dicen que quienes pueden dormir escasas horas son un 5% de la población. Sin embargo, entre los mandatarios abundan los ejemplos, cuanto menos extraños, de forma de descanso. El dirigente británico Winston Churchill dormía unas cinco horas por la noche, pero también se echaba una larga siesta, mientras que la «premier» Margaret Thatcher dormía solo cuatro horas. Por ello, cuando en 2014, el Centro de Genómica Aplicada de Filadelfia descubrió que las personas con el gen p. Tyr362His solo necesitaban 5 horas de sueño para recuperarse, lo bautizaron así: «El gen Thatcher».
El último ejemplo es el del presidente de EE. UU., Donald Trump, que se vanaglorió en una entrevista de que solo necesita entre tres y cuatro horas de descanso. «Es muy típico desde hace tiempo en Washington que la gente alardée de ello como síntoma de virilidad. Es un ejemplo fantástico del menosprecio del sueño», dice el doctor Javier Albares, especialista en Neurofisiología del Centro Médico Teknon. Porque, según dice, la reducción del tiempo de sueño se explica en parte como un fenómeno social vinculado a la aparición de la luz eléctrica y la revolución industrial. «Querían vender la idea de estar todo el día trabajando para aumentar la producción, y para eso menospreciaban el sueño», asegura. Una idea que se mantuvo todo el siglo XX y aún encuentra arraigo en algunos sectores en nuestro días.
En España, menos descanso
En nuestro país, la media de sueño está entre las 6 horas y media, y las 7 horas, cuando la recomendación para un adulto de entre 22 y 65 años está entre 7 y 9 horas. En comparación con otros países occidentales, los españoles duermen en torno a 30 minutos y una hora menos. «Hoy sabemos que el 30% de los españoles funciona con un déficit de sueño. Presentan un cuadro de privación de sueño crónico y mantenido en el tiempo», explica el doctor Terán-Santos. Para Albares está claro que «la gran mayoría de los que dicen ser de ciclo corto, van privados de sueño. Si durmieran bien, se encontrarían mejor».
Lo que más condiciona el tiempo de descanso es el momento escogido para ir a la cama. «La pérdida de horas de sueño viene ligada a una prolongación de nuestras horas de trabajo o de ocio, que retrasan la incorporación de las horas de sueño», dice el director de la SES. A medida que uno disminuye el número de horas, empiezan a aparecer las alteraciones, que comienzan con el rendimiento y el cambio del caracter. También se produce un incremento de peso. Diversos estudios han demostrado que las personas que duermen 5 horas tienen el doble de posibilidades de desarrollar obesidad.
A la larga, existe un creciente número de estudios científicos que muestran que la privación parcial de sueño, cuando se produce de manera crónica, produce anomalías hormonales y metabólicas que en último término conducen a un incremento de enfermedades de metabolismo como diabetes tipo II, obesidad, dislipemia; enfermedades cardiovasculares como hipertensión arterial (y el consiguiente incremento del riesgo cardio-cerebrovascular), y neurológicas. «Algunos estudios muestran un incremento de la tasa de mortalidad por estas causas. Es probable que la población española, como otras sociedades occidentales, esté sufriendo un precio en términos de salud por estos motivos», dice el doctor García-Borreguero, director médico del Instituto del Sueño.
No se recupera
La falta de sueño crónica no se restituye por mucho que se duerma el fin de semana. «Es un tópico falso. Si duermen más es porque van privados de sueño», dice Albares. Pero los efectos de un sueño insuficiente ya se han producido. Además, el especialista se refiere a un estudio que demostró que las personas que duermen crónicamente entre cinco y seis horas, aunque tengan la posibilidad de dormir durante tres días seguidos todo lo que quieran, ven sus capacidades de reacción y cognitivas limitadas sobre quienes duermen 8 horas diarias. «No llegan a las mismas capacidades aunque duerman lo que quieran», explica Albares. «Dormir bien es un derecho y está íntimamente ligado a un estado de salud pleno. El sueño no es un periodo vacío, ni inerte. Su ausencia produce efectos graves en la salud», concluye Terán-Santos.
Una buena higiene del sueño
¿Cuánto hay que dormir?
Las recomendaciones varían según la edad, el sexo o la configuración genética. Para un adulto de entre 22 y 65 años, se recomiendan entre 7 y 9 horas, pero dentro de esta horquilla, hay quienes necesitan dormir menos horas y quienes necesitan dormir 9 o 10 horas, sin que ello implique ninguna patología.
¿Cómo saber el tiempo de sueño que necesito?
La clave está en observarse: si uno se levanta somnoliento, irritable, con poca energía, si tiene un peor rendimiento en el día o experimenta cambios en el estado de ánimo, necesita dormir más.
¿Se puede vivir durmiendo tres horas?
Solo un 5% de la población puede descansar tan poco. En el resto, un déficit de sueño crónico se asocia a diversas enfermedades.
La calidad también influye
Un sueño de calidad ayuda a la sensación de bienestar. Por ello, es recomendable tener una rutina de horarios y costumbres, y evitar dejar luces encendidas en el dormitorio.
La falta de sueño, un «atentado» contra la salud.
Solo el 5% de la población puede descansar cuatro horas y levantarse bien. Para el resto, no dedicar al sueño lo suficiente tiene consecuencias graves.
ISABEL MIRANDA - Madrid.
La explosión del transbordador espacial Challenger o el naufragio del petrolero Exxon Valdez son dos desastres con algo en común: la falta de sueño de los implicados. En el primer caso, algunos de los responsables de la NASA apenas habían dormido dos horas antes de comenzar el lanzamiento. «Aunque es admirable, plantea serias preguntas cuando pone en peligro el desempeño en el trabajo, especialmente cuando hay en juego decisiones críticas», dijo la comisión que lo estudió. En el caso del petrolero, el tercer oficial que estrelló el barco llevaba 18 horas sin descansar. Aun así, son muchos los que no dan importancia al sueño. Pero su carencia, insisten los expertos, tiene consecuencias que van más allá de una mala toma de decisiones.
La lista es extensa: deterioro cognitivo y de la memoria, alteraciones cardiometabólicas, tendencia a la diabetes y a la obesidad, cambios en el caracter con tendencia a la irritabilidad, a consumir sustancias estimulantes y drogas, somnolencia diurna y un mayor riesgo de accidentes, entre otros.
«Dormir poco es equivalente a un atentado a la salud, tiene precio», asegura el doctor Joaquín Terán-Santos, presidente de la Sociedad Española del Sueño (SES). Sí, hay personas que tienen un ritmo biológico que les permite con muy pocas horas estar en plena condiciones. «Son lo que llamamos cortos durmientes, pero es realmente extraño».
Menosprecio del sueño
Las estadísticas dicen que quienes pueden dormir escasas horas son un 5% de la población. Sin embargo, entre los mandatarios abundan los ejemplos, cuanto menos extraños, de forma de descanso. El dirigente británico Winston Churchill dormía unas cinco horas por la noche, pero también se echaba una larga siesta, mientras que la «premier» Margaret Thatcher dormía solo cuatro horas. Por ello, cuando en 2014, el Centro de Genómica Aplicada de Filadelfia descubrió que las personas con el gen p. Tyr362His solo necesitaban 5 horas de sueño para recuperarse, lo bautizaron así: «El gen Thatcher».
El último ejemplo es el del presidente de EE. UU., Donald Trump, que se vanaglorió en una entrevista de que solo necesita entre tres y cuatro horas de descanso. «Es muy típico desde hace tiempo en Washington que la gente alardée de ello como síntoma de virilidad. Es un ejemplo fantástico del menosprecio del sueño», dice el doctor Javier Albares, especialista en Neurofisiología del Centro Médico Teknon. Porque, según dice, la reducción del tiempo de sueño se explica en parte como un fenómeno social vinculado a la aparición de la luz eléctrica y la revolución industrial. «Querían vender la idea de estar todo el día trabajando para aumentar la producción, y para eso menospreciaban el sueño», asegura. Una idea que se mantuvo todo el siglo XX y aún encuentra arraigo en algunos sectores en nuestro días.
En España, menos descanso
En nuestro país, la media de sueño está entre las 6 horas y media, y las 7 horas, cuando la recomendación para un adulto de entre 22 y 65 años está entre 7 y 9 horas. En comparación con otros países occidentales, los españoles duermen en torno a 30 minutos y una hora menos. «Hoy sabemos que el 30% de los españoles funciona con un déficit de sueño. Presentan un cuadro de privación de sueño crónico y mantenido en el tiempo», explica el doctor Terán-Santos. Para Albares está claro que «la gran mayoría de los que dicen ser de ciclo corto, van privados de sueño. Si durmieran bien, se encontrarían mejor».
Lo que más condiciona el tiempo de descanso es el momento escogido para ir a la cama. «La pérdida de horas de sueño viene ligada a una prolongación de nuestras horas de trabajo o de ocio, que retrasan la incorporación de las horas de sueño», dice el director de la SES. A medida que uno disminuye el número de horas, empiezan a aparecer las alteraciones, que comienzan con el rendimiento y el cambio del caracter. También se produce un incremento de peso. Diversos estudios han demostrado que las personas que duermen 5 horas tienen el doble de posibilidades de desarrollar obesidad.
A la larga, existe un creciente número de estudios científicos que muestran que la privación parcial de sueño, cuando se produce de manera crónica, produce anomalías hormonales y metabólicas que en último término conducen a un incremento de enfermedades de metabolismo como diabetes tipo II, obesidad, dislipemia; enfermedades cardiovasculares como hipertensión arterial (y el consiguiente incremento del riesgo cardio-cerebrovascular), y neurológicas. «Algunos estudios muestran un incremento de la tasa de mortalidad por estas causas. Es probable que la población española, como otras sociedades occidentales, esté sufriendo un precio en términos de salud por estos motivos», dice el doctor García-Borreguero, director médico del Instituto del Sueño.
No se recupera
La falta de sueño crónica no se restituye por mucho que se duerma el fin de semana. «Es un tópico falso. Si duermen más es porque van privados de sueño», dice Albares. Pero los efectos de un sueño insuficiente ya se han producido. Además, el especialista se refiere a un estudio que demostró que las personas que duermen crónicamente entre cinco y seis horas, aunque tengan la posibilidad de dormir durante tres días seguidos todo lo que quieran, ven sus capacidades de reacción y cognitivas limitadas sobre quienes duermen 8 horas diarias. «No llegan a las mismas capacidades aunque duerman lo que quieran», explica Albares. «Dormir bien es un derecho y está íntimamente ligado a un estado de salud pleno. El sueño no es un periodo vacío, ni inerte. Su ausencia produce efectos graves en la salud», concluye Terán-Santos.
Una buena higiene del sueño
¿Cuánto hay que dormir?
Las recomendaciones varían según la edad, el sexo o la configuración genética. Para un adulto de entre 22 y 65 años, se recomiendan entre 7 y 9 horas, pero dentro de esta horquilla, hay quienes necesitan dormir menos horas y quienes necesitan dormir 9 o 10 horas, sin que ello implique ninguna patología.
¿Cómo saber el tiempo de sueño que necesito?
La clave está en observarse: si uno se levanta somnoliento, irritable, con poca energía, si tiene un peor rendimiento en el día o experimenta cambios en el estado de ánimo, necesita dormir más.
¿Se puede vivir durmiendo tres horas?
Solo un 5% de la población puede descansar tan poco. En el resto, un déficit de sueño crónico se asocia a diversas enfermedades.
La calidad también influye
Un sueño de calidad ayuda a la sensación de bienestar. Por ello, es recomendable tener una rutina de horarios y costumbres, y evitar dejar luces encendidas en el dormitorio.