*****Lo mismo que cualquier joven enamorado, Antonio le escribe cartas que terminan con una ristra de piropos: « ¡Adiós, preciosa, encanto, milagro, maravilla, reina, diosa de mis entrañas, adiós! (...) Escribe a tu loco. Tuyo, tuyísimo, archituyo...».****
Está visto, que los
hombres, intelectuales o no, no están vacunados contra la cursilería y la chochonería.
Qué Machado me perdone!