Así se sinceraba a Juan Ramón Jiménez en carta de abril de 1913:, Taller de aprendizaje de poesía

Así se sinceraba a Juan Ramón Jiménez en carta de abril de 1913:

Cuando perdí a mi mujer pensé pegarme un tiro. El éxito de mi libro me salvó, y no por vanidad ¡bien lo sabe Dios! sino porque pensé que si había en mí una fuerza útil no tenía derecho a aniquilarla. Hoy quiero trabajar, humildemente, es cierto, pero con eficacia, con verdad. Hay que defender a la España que surge, del mar muerto, de la España inerte y abrumadora que amenaza anegarlo todo. España no es el Ateneo, ni los pequeños círculos donde hay alguna juventud y alguna inquietud espiritual. Desde estos yermos se ve panorámicamente la barbarie española y aterra. (Ep 107-108)
De la crisis de su palabra poética iba a surgir, en primera instancia, el intelectual radical, que desde su retiro baezano, como desde una atalaya en el desierto, podía comprender la devastación cultural de la España rural. Y esta conciencia crítica de las necesidades sociales de su entorno no sólo estimuló su alma jacobina, sino que dio también una más honda gravedad existencial a su palabra poética, en los «Proverbios y cantares», y suscitó una lírica, menos ensimismada, y más sapiencial, popular y comunitaria.