Su voz nítida sale del escondite. Se llama Zenobia Camprubí Aymar. Y aunque en el recuerdo colectivo es la esposa y sombra de Juan Ramón Jiménez, fue, en realidad, la luz y guía del gran poeta
español. Era una
mujer fuerte que sabía lo que quería para ella y para él. Lo revela ella misma en unos inéditos de sus diarios de juventud y en
poemas, relatos y artículos de diferentes épocas que aclaran aspectos de su vida personal, sentimental y literaria, hasta crear un autorretrato desconocido.
“La vida es vana, / Un poco de amor, / Un poco de odio, / Y luego buenos días…”, dice en uno de sus poemas, escritos al principio con su letra cuidada, aunque ese trazo se haría más rápido con los años y se esparciría de palabras casi indescifrables.
Zenobia retratada por Sorolla.