LA ROSA DE MUERTE
La rosa enamoraba aquel paraje
envidia de colores y belleza,
espejo del amor; con sutileza
creación del pintor de aquel paisaje.
Sobrevivió rigores de estïaje
queriendo malograr tanta pureza;
mas la rosa, de roca su dureza,
de su vida dejaba gran bagaje.
Lloró el pintor que la inmortalizó,
al llegar el otoño traicionero,
al despedirse por decirle adiós.
Lloró el amor que el talle acarició
con destreza de artista lisonjero,
el sol en el ocaso, incluso Dios.
Noemí.
Bueno, pues ahí os mando otro soneto modernista al estilo de este autor tan difícil y sofisticado.
Trato de plasmar la vida de una persona en paralelo con una rosa.
(Corregidas comas y tilde.