Qué belleza lucía la pradera
en la tarde adornada con tu encanto!
Y las flores al par de envidia y llanto,
de celos desfallecen en la espera.
Esmeralda en beldad de
primavera
forma marco a tu rostro, mientras tanto,
embellecen tu faz
música y canto.
¡Quién pudiera tenerte, quién pudiera!
Hay perlas de rocío vespertino
admirando el donaire en el camino
de tus pasos en grácil movimiento.
Y tus rizos marcando mi destino
de incansable y paciente peregrino
esperando que llegue mi momento.
Noemí
Soneto modernista con elementos simbólicos típicos.
La belleza de la dama
El amor del enamorado
El prado florido
La música...
Las piedras preciosas...