María y José también fueron refugiados
El pueblo de Belén se ve a lo lejos.
Caminan muy despacio, la esperanza,
el cometa que alumbra su confianza
en la senda, en la luz de sus reflejos.
Los cielos se ven limpios como espejos,
estrellas y luceros, la templanza
del futuro, un pasado de añoranza;
mundos nuevos, mejor que mundos viejos.
Vinieron a la tierra prometida
buscando paz,
trabajo y alegría,
país de libertad, de mejor vida.
Inmigrantes de paz, José y María.
Y vuelven a creer en la partida,
soñando renacer a un nuevo día.
Noemí.