Llevo una niña en el alma, que es la niña de mis ojos:
la niña de mis caprichos y también de mis enojos.
Niña de mirar sereno, niña de ojos almendrados,
niña que en mi fantasía de duermevela en mis noches,
querría soñar despierta y hacer de sueños derroches,
imaginando tu pelo de oscuros rizos rizados.
Te alcanzaría mil lunas y también cientos de estrellas,
de los mares los corales, también las perlas más bellas
cultivadas por Neptuno, también por rubias sirenas.
Y de la tierra amatistas, esmeraldas y turquesas,
para adornar ese rostro tan propio de las princesas;
regalos paradisiacos para las niñas más buenas.
¡Ay niña de mis amores, de mis desvelos, pequeña!
Te alcanzaría un tesoro para que fueras la dueña
del castillo más valioso, del palacio más grandioso,
y jugaras con los cisnes más bonitos del jardín
y cortaras las petunias, y las rosas y el jazmín,
coronando tus cabellos el laurel más oloroso.