Playa quisiera ser, playa dorada,
besada por mareas y por viento,
hasta quedarme exhausta, sin aliento,
bajo el azul sin par de tu mirada.
Playa quisiera ser, playa bañada
de arena y sal en sabio movimiento,
de luz, de sol, que ponen el acento
colorista de la tarde rosada.
Pero no tengas celos, amor mío,
que la mar es voluble y traicionera,
inestable, crüel, embrujadora;
tú eres rey de bondad y señorío,
tú me amarás hasta la edad postrera.
Perdona por
jugar a seductora.
Noemí
Un soneto que hice hace años para un
trabajo sobre el estilo de Ángel González.
(Bajo el asesoramiento de Cabrero y Plazalagua)