Para despedirnos de Ruben Darío, por ahora....

Para despedirnos de Ruben Darío, por ahora.

COMENTARIO DE TEXTO
Dafne, divina Dafne!, Rubén Darío

¡Dafne, divina Dafne! Buscar quiero la leve
caña que corresponda a tus labios esquivos;
haré de ella mi flauta e inventaré motivos
que extasiarán de amor a los cisnes de nieve.

Al canto mío el tiempo parecerá más breve;
como Pan en el campo haré danzar los chivos;
como Orfeo tendré los leones cautivos,
y moveré el imperio de Amor que todo mueve.

Y todo será, Dafne, por la virtud secreta
que en la fibra sutil de la caña coloca
con la pasión del dios el sueño del poeta;

porque si de la flauta la boca mía toca
el sonoro carrizo, su misterio interpreta
y la armonía nace del beso de tu boca.

LOCALIZACIÓN

Poema de Rubén Darío, incluido en su libro Prosas profanas y otros poemas, publicado en su primera edición en 1896 en Buenos Aires, con 33 poemas y, la segunda, en París, en 1901, en la que se añaden 21 poemas y un prólogo.

TEMA

Dafne: hija de Peneo y de la Tierra, de gran belleza, insensible al amor de Apolo, éste la persiguió y para liberarla fue transformada en laurel (mit. gr.). En cambio, Syrink (Siringa) es ninfa de la Arcadia que al ser perseguida por Pan fue transformada en caña, con la que Pan se fabricó una siringa.

ESTRUCTURA Y ESTILO LITERARIO

Este soneto en versos alejandrino con rima clásica castellana figura con dos títulos, por rectificación del propio autor: “en “Syriink” (el soneto que aparece en otras ediciones con el título de “Dafne”, por equivocación, debe llevar el de “Syrink”) paganizó al cantar la concreción espiritual de la metamorfosis”

La estructura es global, en ella las partes del soneto persiguen un mismo fin: construir la siringa que le proporcionaría el inmenso placer del amor de Dafne. Lo característico de la poesía rubeniana, aparte de la métrica variada, las novedades estróficas y las rimas perfectas, es el ritmo, la armonía, la musicalidad, el colorido, la elegancia y el aire aristocrático y sensual de un arte fresco y nuevo, en el que tienen lugar a veces conceptos tan sencillos como la aliteración, el epíteto, la adjetivación apropiada, la sinestesia y, por supuesto acertadísimas metáforas y figuras de pensamiento.

En el primer cuartero encontramos una exclamación para dirigirse a Dafne, un epíteto en “leve caña” y otro en “cisnes de nieve”, en el segundo, hay correlación en los vv 6 y 7, así como anáfora y paralelismo. En el primer terceto, hay paréntesis en el verso 9 para introducir a Dafne, que es el centro de atención del poema, y hace un símil comparando la pasión del poeta con la virtud secreta del dios Pan, para concluir en el segundo terceto con un artístico hipérbaton que podría leerse “porque si mi boca toca de la flauta el carrizo sonoro (metáfora para referirse a la siringa), interpreta su misterio y la armonía nace del beso de tu boca”. Existen, además, numerosos encabalgamientos, que proporcionan mayor continuidad y ritmo, como en los versos 1-2, 4-5, 9-10, 10-11, 12-13 y 13-14.

CONCLUSIÓN

Todo este libro está cuajado de magníficos poemas, unos son elegantes, otros atractivos, otros bellos, otros musicales… En realidad, este es uno más entre tantos y tantos trabajos exquisitos, que viene a demostrar por qué Rubén Darío es el máximo representante del Modernismo. También hay que concluir en que, aunque existieron numerosos poetas modernistas en Europa y en América, nunca nadie pudo alcanzar la altura de este genio.

PREGUNTA 1).- Modernismo frente a 98: la lengua
¿Qué es lo que noventayochistas y modernistas rechazaban del lenguaje ochocentista? No la retórica, ya que el modernismo es una retórica tambien; no el sentido de la realidad del naturalismo, ya que esto lo hereda el 98. Lo que los dos grupos rechazan y éste es su único punto de coincidencia es el cliché lingüístico, la “frase hecha”. La obra literaria se inicia en la búsqueda de la palabra y sigue en la ordenación de la frase. Los escritores del ochocientos se acompañan de la frase sobada, proverbio o refrán, los nuevos escritores rechazan este lenguaje.
Veamos las actitudes del 98 en materia de lenguaje:
Rechazan toda forma de barroquismo. El lenguaje del 98 huye del casticismo y del preciosismo literario. Hay que hacer el lenguaje, deshaciendo el lenguaje anterior. Todo esto se resume en:
* Antirretoricismo. Antibarroquismo.
* Creación de un lengua natural ceñida a la realidad de las cosas que evoca.
* Enriquecimiento funcional de la lengua, rebuscando en la lengua popular regional o en la raíz etimológica.
* Lenguaje definitorio al servicio de la inteligencia.
* Lengua válida para todos.
Veamos las posiciones del modernismo. El problema es de intencionalidad. El 98 busca la Verdad, el modernismo, la Belleza. La lengua del primer grupo ahonda hacia la raíz, mientras la del segundo se alza hacia los ramajes, si no más auténticos, más espectaculares. La lengua del 98 tiende a la unidad de la inteligencia, a la lengua
universal entendible para todos. El modernismo hace del idioma un objeto de su búsqueda de estilo personal. Esto se concreta en:
-Retoricismo
* Creación de una lengua artificial, de intención estética.
* Enriquecimiento musical del idioma en busca de una expresión distinta, individualizada
* Lenguaje sensual, al servicio de la belleza
* Lenguaje minoritario

PREGUNTA 2) Rubén, poeta del amor.
PEDRO SALINAS: Rubén, poeta erótico. Azul y Prosas profanas son los dos primeros libros de Rubén Darío, en ellos lo amoroso predomina sin disputa. De las treinta y seis poesías que contiene el índice de Prosas Profanas, no hay más de cuatro o cinco que se aparten de su obsesivo asunto. En Azul Rubén quiere dar cuatro visiones líricas que correspondan a las cuatro estaciones, y las titula “El año lírico”. Dos de ellas, Primaveral y Estival, se sitúan en la selva. Autumnal se desarrolla en una localidad más indecisa y vaga: las pálidas tardes. E Invernal está puesta en la ciudad inverniza. ¿Cómo serán defiinidos los cuatro tiempos del año, en estos escenarios? Por situaciones de estado amoroso las cuatro. Cuatro estaciones que son cuatro grados de amor; se empieza por la más simple expresión biológica, la pareja de hermosas bestias feroces, se pasa a refinadas reminiscencias helénicas, y se acaba por una cierta idealización, la del otoño, más descargada de sensualismo que ninguna, paréntesis vagamente idealizante.
Su soneto "Venus" resulta profético. El nombre de la estrella es la base de todo el equívoco. Venus, diosa patrona del amor, emblema del placer carnal, purifica su ser cuando se la mira en lo alto del cielo, vuelto estrella. Pero a su vez la estrella, con lo que tiene de celeste e ideal, se carga, por su solo nombre venusino, de la posible y deseable accesibilidad que tiene todo lo que puede ser alcanzado por los sentidos. La ambigüedad logra ese intercambio buscado de lo ideal y lo sensual. El triste mirar de Venus-estrella presagia la imposibilidad de ser poseída. Toda la lírica de Rubén Darío será una lenta respuesta al equívoco de Venus-estrella: ¿es el amor gracia celestial o pérfido obsequio de los abismos?.