EL ALBAICÍN...

EL ALBAICÍN

Con pereza oriental, en la colina dormita,
ebrio de sol, el Albaicín.
Torcida higuera su ramaje inclina
entre rojos tapiales de un jardín.

Una acritud de fruta ya madura
y podrida trasciende del vergel,
mientras el fuego de la calentura
va esculpiendo las venas en la piel.

El arco de una arábiga cisterna
nos brinda el eco de su agua interna,
que nunca doró el sol, y la frescura

de su sombra antiquísima... ¡Y advierte
la carne en su pesada calentura
la fiebre de la vida y de la muerte!

Villaespesa, Francisco

En este soneto se observan numerosos rasgos típicos del Modernismo: un lugar exótico (el Albaicín), arquitectura del barrio, también exótica, la descripción de la higuera y la acción del sol es otro símbolo que, junto a los jardines, se suma a lo exótico, lo mismo que el último terceto. El poeta compone un soneto extraordinario de observar algunos detalles que suelen ser comunes en ese barrio.