Ya está: este poema está formado por liras de 11 versos,...

Ya está: este poema está formado por liras de 11 versos, excepto la última, que es de 5 y se desarrolla como sigue:

Virgen que el sol más pura, 7a
gloria de los mortales, luz del cielo, 11B
en quien es la piedad como la alteza: 11C
los ojos vuelve al suelo 7b
y mira un miserable en cárcel dura 11A
cercado de tinieblas y tristeza; 11C
y si mayor bajeza 7c
no conoce ni igual juicio humano 11D
que el estado en que estoy por culpa ajena, 11E
con poderosa mano 7d
quiebra, Reina del cielo, la cadena. 11E

Virgen, en cuyo seno
halló la Dëidad digno reposo,
do fué el rigor en dulce amor trocado;
si blando al riguroso
volviste, bien podrás volver sereno
un corazón de nubes rodeado;
descubre el deseado
rostro, que admira el cielo, el suelo adora;
las nubes hüirán, lucirá el día:
tu luz, alta Señora,
venza esta ciega y triste noche mía.

Virgen y Madre junto,
de tu Hacedor dichosa engendradora,
a cuyos pechos floreció la vida;
mira cómo empeora
y crece mi dolor más cada punto;
el odio cunde, la amistad se olvida;
si no es de ti valida
la justicia y verdad que tú engendraste,
¿adónde hallará seguro amparo?
Y pues Madre eres, baste
para contigo ver mi desamparo.

Virgen del sol vestida,
de luces eternales coronada,
que huellas con divinos pies la luna;
envidia emponzoñada,
engaño agudo, lengua fementida,
odio cruel, poder sin ley ninguna
me hacen guerra a una;
¿pues contra un tal ejército maldito
cuál pobre y desarmado será parte,
si tu nombre bendito,
María, no se muestra por mi parte?

Virgen por quien vencida
llora su perdición la sierpe fiera,
su daño eterno, su burlado intento;
miran de la ribera
seguras muchas gentes mi caída,
el agua violenta, el flaco aliento,
los unos con contento,
los otros con espanto; el más piadoso
con lástima la inútil voz fatiga:
yo, puesto en ti el lloroso
rostro, cortando voy onda enemiga.

Virgen de Padre esposa,
dulce Madre del Hijo, templo santo
del inmortal Amor, del hombre escudo,
no veo sino espanto.
Si miro la morada, es peligrosa;
si la salida, incierta, el favor mudo,
el enemigo crudo,
desnuda la verdad, muy proveída
de armas y valedores la mentira:
la miserable vida
sólo cuando me vuelvo a ti respira.

Virgen, que al alto ruego
no más humilde sí diste que honesto,
en quién los cielos contemplar desean;
como terrero puesto,
los brazos presos, de los ojos ciego,
a cien flechas estoy que me rodean,
que en herirme se emplean;
siento el dolor, mas no vea la mano
ni me es dado el huir ni el escudarme:
quiera tu soberano
Hijo, Madre de amor, por ti librarme.

Virgen, lucero amado,
en mar tempestuoso clara guía,
a cuyo santo rayo calla el viento;
mil olas a porfía
hunden en el abismo un desarmado
leño de vela y remo, que sin tiento
el húmedo elemento
corre: la noche carga, el aire truena;
ya por el cielo va, ya el suelo toca,
gime la rota antena:
socorre antes que embista en dura roca.

Virgen no inficionada
de la común mancilla y mal primero
que al humano linaje contamina;
bien sabes que en ti espero
dende mi tierna edad: y si malvada
fuerza que me venció ha hecho indina
de tu guarda divina
mi vida pecadora tu clemencia
tanto mostrará más su bien crecido,
cuanto es más la dolencia
y yo merezco menos ser valido.

Virgen, el dolor fiero
añuda ya la lengua, y no consiente
que publique la voz cuanto desea;
mas oye tú al doliente
ánimo, que contino a ti vocea.