No volverán los tiempos de vino y rosas
porque al tiempo lo mató tu ausencia,
tu ausencia de presencia ingrata.
La primavera heló mi corazón
tan ingratamente también,
como traviesa niña juguetona
jugando con mis sentimientos.
No quiero quejarme ni darte lástima;
escucha, si muero entre flores,
no entierres mi amor,
no le cuentes a nadie mis secretos;
si te intimidan, escóndelos
en el baúl del olvido,
muy hondo, para que nadie los encuentre.
Mis cartas inútiles,
mis rimas obsoletas, cursis, vacías,
dejaron de gustarme;
perdí el norte y el sur,
y ya no sé dónde ir sin equipaje,
porque me acostumbré a tus ataduras
de amor tirano e incierto.
Renuncio, reniego de tus brazos,
aunque no vuelva a ser yo.
Noemí.
porque al tiempo lo mató tu ausencia,
tu ausencia de presencia ingrata.
La primavera heló mi corazón
tan ingratamente también,
como traviesa niña juguetona
jugando con mis sentimientos.
No quiero quejarme ni darte lástima;
escucha, si muero entre flores,
no entierres mi amor,
no le cuentes a nadie mis secretos;
si te intimidan, escóndelos
en el baúl del olvido,
muy hondo, para que nadie los encuentre.
Mis cartas inútiles,
mis rimas obsoletas, cursis, vacías,
dejaron de gustarme;
perdí el norte y el sur,
y ya no sé dónde ir sin equipaje,
porque me acostumbré a tus ataduras
de amor tirano e incierto.
Renuncio, reniego de tus brazos,
aunque no vuelva a ser yo.
Noemí.
Magnífico, Noemí. ¡Por cierto!: Más parecido a nuestro autor de estas semanas que el mío.