DE NOCHE
Apenas se veía,
al anochecer en el campo abierto
donde las luces brillaban arriba
y nosotros jugábamos abajo
atentos a las voces y a los juegos
cogidos de las manos.
Oscuridad inmensamente profunda
donde una tajada de luna blanca
sirvió como testigo
de aquella pasión enfervorizada
que no cesaba nunca
porque la noche derramaba amor
mientras el sol durmiera
y la luz ocultara nuestros besos.
Apenas se veía,
al anochecer en el campo abierto
donde las luces brillaban arriba
y nosotros jugábamos abajo
atentos a las voces y a los juegos
cogidos de las manos.
Oscuridad inmensamente profunda
donde una tajada de luna blanca
sirvió como testigo
de aquella pasión enfervorizada
que no cesaba nunca
porque la noche derramaba amor
mientras el sol durmiera
y la luz ocultara nuestros besos.