Torre de Éboli
¿Eres tú, dama coqueta,
más coqueta que la dama que guardabas?
¡Tan firme, tan esbelta y sobria!
Los árboles intentan esconder tanta belleza,
sienten celos del misterio,
la penumbra, de extraños sonidos
en crujientes peldaños.
La cigüeña del chocolate
acaricia tus almenas,
convertidas en cabellos dorados
al caer la tarde.
Una ventana velada en invierno,
rumor de sedas de telares de Cifuentes.
Y una ojerosa princesa
inocente y maltratada.
-Echa leña al hogar,
que tiene frío la belleza gentil;
escucha, pide agua, tiene sed de justicia,
pide agua.
Los lirios del jardín están llorando,
lo mismo que la dama castellana.
Noemí.
¿Eres tú, dama coqueta,
más coqueta que la dama que guardabas?
¡Tan firme, tan esbelta y sobria!
Los árboles intentan esconder tanta belleza,
sienten celos del misterio,
la penumbra, de extraños sonidos
en crujientes peldaños.
La cigüeña del chocolate
acaricia tus almenas,
convertidas en cabellos dorados
al caer la tarde.
Una ventana velada en invierno,
rumor de sedas de telares de Cifuentes.
Y una ojerosa princesa
inocente y maltratada.
-Echa leña al hogar,
que tiene frío la belleza gentil;
escucha, pide agua, tiene sed de justicia,
pide agua.
Los lirios del jardín están llorando,
lo mismo que la dama castellana.
Noemí.