Yo no sé qué esperamos los unos de los otros,
ni la razón para tener a mi mano como un fiel aliado.
Nada puedo esperar de una mano
capaz de señalar al justo y al perverso
o escribir poemas en las habitaciones
de un verano impregnado de vino y sal y sangre.
Sólo, quizá,
recordar otra gente
que ahora se arrastra entre pájaros muertos
y vivir seriamente un calendario
cuyas mentiras apenas disimulan
lo efímero de su numeración.
Félix de Azúa
ni la razón para tener a mi mano como un fiel aliado.
Nada puedo esperar de una mano
capaz de señalar al justo y al perverso
o escribir poemas en las habitaciones
de un verano impregnado de vino y sal y sangre.
Sólo, quizá,
recordar otra gente
que ahora se arrastra entre pájaros muertos
y vivir seriamente un calendario
cuyas mentiras apenas disimulan
lo efímero de su numeración.
Félix de Azúa