RETRATO DE UNA MADRE QUE HA PERDIDO A UNA HIJA (De trabajos anteriores)
Lleva en su rostro la noche,
en su cuerpo el frío de la madrugada
inexorable y cruel.
Ya no le quedan lágrimas,
sus pies caminan lentos e indecisos
como desligados del cuerpo,
parecieran alas perdidas.
La tragedia se dibuja en su semblante
sus ojos, otro día inmensos y limpios,
aparecen turbios, como si se negaran a ver.
Camina despacio, sin rumbo, sin deseo
de llegar a su casa, rodea la calle mil veces
y otras tantas se pierde de nuevo
bajo la luz tenue de viejos faroles.
La llevó en su vientre y la amó tanto
que se creyó dueña de su vida y de su suerte
al acecho siempre del hada mala.
Veló sus noches con ansiedad protectora,
le regaló su juventud y toneladas de ternura.
Hoy la despide, el rostro pálido, bello aún
las venas deshechas.
Aúlla como una loba,
perdida esconde bajo su abrigo
un viejo retrato lleno de vida.
Mari.
Lleva en su rostro la noche,
en su cuerpo el frío de la madrugada
inexorable y cruel.
Ya no le quedan lágrimas,
sus pies caminan lentos e indecisos
como desligados del cuerpo,
parecieran alas perdidas.
La tragedia se dibuja en su semblante
sus ojos, otro día inmensos y limpios,
aparecen turbios, como si se negaran a ver.
Camina despacio, sin rumbo, sin deseo
de llegar a su casa, rodea la calle mil veces
y otras tantas se pierde de nuevo
bajo la luz tenue de viejos faroles.
La llevó en su vientre y la amó tanto
que se creyó dueña de su vida y de su suerte
al acecho siempre del hada mala.
Veló sus noches con ansiedad protectora,
le regaló su juventud y toneladas de ternura.
Hoy la despide, el rostro pálido, bello aún
las venas deshechas.
Aúlla como una loba,
perdida esconde bajo su abrigo
un viejo retrato lleno de vida.
Mari.
Impresionante, Mari.
Llega al alma.
Llega al alma.