Nunca dejé mi suerte a la fortuna
de la suerte, lo digo convencida
de surcar los senderos de la vida,
sin miedo de perder batalla alguna.
Mas imposible no perder ninguna
batalla en la contienda, ser herida;
lo importante al final de la partida:
mantener las verdades una a una.
Nada importan los días del fracaso,
siempre al final, muerta la cobardía,
¡Qué grande renacer a un nuevo día
sin temor a las horas del ocaso!
Nada importan los días del mañana,
si la luz acaricia mi ventana.
Noemí
de la suerte, lo digo convencida
de surcar los senderos de la vida,
sin miedo de perder batalla alguna.
Mas imposible no perder ninguna
batalla en la contienda, ser herida;
lo importante al final de la partida:
mantener las verdades una a una.
Nada importan los días del fracaso,
siempre al final, muerta la cobardía,
¡Qué grande renacer a un nuevo día
sin temor a las horas del ocaso!
Nada importan los días del mañana,
si la luz acaricia mi ventana.
Noemí