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El teatro de Luis de Góngora
Laura Dolf.
En el amplio panorama de la bibliografía dedicada a Góngora, los estudios sobre el teatro siguen siendo bastante reducidos. Sin embargo, a este género se adscribe una parte considerable de la obra poética de don Luis, 5923 versos (es decir, un número superior al de poemas y sonetos reunidos). Además, las composiciones dramáticas se unen a las propiamente líricas por una fundamental analogía: presentan una parecida saturación de metáforas e hipérboles, un frecuente uso de metonimias-sinécdoques, de disemias, de referencias mitológicas, una variedad de atmósferas y tonos; admiten huellas de fuentes italianas; alternan textos acabados e inacabados, etc.
Así, como en la triada de los poemas, las Soledades y el Panegírico quedaron sin concluir, también en el teatro, al lado de Las firmezas de Isabela (perfectamente rematada con sus 3553 versos), encontramos los fragmentos de la Comedia venatoria y de El doctor Carlino (con solo 355 versos el primero, y con 2015 el segundo). Cada pieza remite a un «sub-género» distinto, casi como si quisiera responder a una voluntad de experimentación exhaustiva: Las firmezas de Isabela —con sus ficciones, mentiras y celos— entra en el marco animado «de enredo», el diálogo de la Venatoria corresponde a un contexto lírico-bucólico, y el del Carlino a un dominante enfoque burlesco.
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El teatro de Luis de Góngora
Laura Dolf.
En el amplio panorama de la bibliografía dedicada a Góngora, los estudios sobre el teatro siguen siendo bastante reducidos. Sin embargo, a este género se adscribe una parte considerable de la obra poética de don Luis, 5923 versos (es decir, un número superior al de poemas y sonetos reunidos). Además, las composiciones dramáticas se unen a las propiamente líricas por una fundamental analogía: presentan una parecida saturación de metáforas e hipérboles, un frecuente uso de metonimias-sinécdoques, de disemias, de referencias mitológicas, una variedad de atmósferas y tonos; admiten huellas de fuentes italianas; alternan textos acabados e inacabados, etc.
Así, como en la triada de los poemas, las Soledades y el Panegírico quedaron sin concluir, también en el teatro, al lado de Las firmezas de Isabela (perfectamente rematada con sus 3553 versos), encontramos los fragmentos de la Comedia venatoria y de El doctor Carlino (con solo 355 versos el primero, y con 2015 el segundo). Cada pieza remite a un «sub-género» distinto, casi como si quisiera responder a una voluntad de experimentación exhaustiva: Las firmezas de Isabela —con sus ficciones, mentiras y celos— entra en el marco animado «de enredo», el diálogo de la Venatoria corresponde a un contexto lírico-bucólico, y el del Carlino a un dominante enfoque burlesco.