ARTE EN EN EL TOREO:
El arte más intenso, fugaz y genuino que pueda existir necesita ser cantado y contado. Los empresarios deben de olvidarse del corto plazo y alegar el principio de riesgo y ventura como excusa para desanimar a las nuevas caras de las plazas de
toros. Desde luego hace falta un pacto general para que esas numerosas iniciativas públicas que prohíben que los menores vayan a las plazas, sean rechazadas ¿Cómo seríamos aficionados si no hubiéramos acudido de la mano de nuestros
abuelos a ver a El Cordobés o las salidas de El Viti por la puerta grande de Las Ventas? Los toros necesitan refrescar la sangre de su afición, conectar con los sectores más emergentes de la sociedad de consumo y legitimar un acontecimiento artístico que nada envidia a la ópera o al teatro de vanguardia. Ahora que vivimos la eclosión escénica del festival de otoño
madrileño, sería conveniente que más allá de las ficticias Ferias del Arte y de la Cultura se programen carteles de habano caro y de perfume seductor en los tendidos. Los toros del siglo XXI requieren la propia modernización de sus ofertas, con ese difícil equilibrio que suponga no perder la esencia e integridad del toro y del rito
Buenas