DÍA- 2 – 8- 2022:
LOS CALORES SOFOCANTES:
Estamos pasando un verano muy caluroso, me hace recordar, ha cuando yo era niña, en esos tiempos no existían las segadoras, todo lo hacían los hombres con sus propias manos, era agotador, recuerdo a mis padres, cuando volvían a casa por la noche, ellos no se quejaban, pero se les notaba que estaban agotados, por él día tan duro que habían pasado, no solo eso, por las noches no descansaban, debido al calor y así pasaban todo el verano, nada de aire acondicionado, ni bebidas frías, solo el botijo, que lo ponían a la sombra de un haz de mies, en esos años era durísimo el trabajo de los campesinos, y aun así estaban contentos, porque gracias a ese esfuerzo del verano podían pasar el invierno, mi madre me comentaba que cuando empezaron a venir las cosechadoras, estaban muy preocupados, pensando en lo que les podía pasar sin poder trabajar, para poder pasar el invierno, pero el proceso era imparable, ella al igual que los de más campesinos no tuvieron que hacer ese trabajo tan fuerte, mi madre me decía hija lo preocupados que estábamos tu padre y yo por las dichosas máquinas, pero es lo mejor que pudo pasar, tenían que haber venido mucho antes, porque ese trabajo era lo peor.
Mi reconocimiento y gratitud, para todas esas personas, que tanto esfuerzo hicieron en esos tiempos tan difíciles para sacar a sus hijos adelante, y para mis padres donde quieran que estén, seguro que les llega mí, cariño incondicional, siempre os llevó conmigo.
ROSARIO FAJARDO BLANCO
LOS CALORES SOFOCANTES:
Estamos pasando un verano muy caluroso, me hace recordar, ha cuando yo era niña, en esos tiempos no existían las segadoras, todo lo hacían los hombres con sus propias manos, era agotador, recuerdo a mis padres, cuando volvían a casa por la noche, ellos no se quejaban, pero se les notaba que estaban agotados, por él día tan duro que habían pasado, no solo eso, por las noches no descansaban, debido al calor y así pasaban todo el verano, nada de aire acondicionado, ni bebidas frías, solo el botijo, que lo ponían a la sombra de un haz de mies, en esos años era durísimo el trabajo de los campesinos, y aun así estaban contentos, porque gracias a ese esfuerzo del verano podían pasar el invierno, mi madre me comentaba que cuando empezaron a venir las cosechadoras, estaban muy preocupados, pensando en lo que les podía pasar sin poder trabajar, para poder pasar el invierno, pero el proceso era imparable, ella al igual que los de más campesinos no tuvieron que hacer ese trabajo tan fuerte, mi madre me decía hija lo preocupados que estábamos tu padre y yo por las dichosas máquinas, pero es lo mejor que pudo pasar, tenían que haber venido mucho antes, porque ese trabajo era lo peor.
Mi reconocimiento y gratitud, para todas esas personas, que tanto esfuerzo hicieron en esos tiempos tan difíciles para sacar a sus hijos adelante, y para mis padres donde quieran que estén, seguro que les llega mí, cariño incondicional, siempre os llevó conmigo.
ROSARIO FAJARDO BLANCO