Hastiados de tanta corrupción
La corrupción como un bien de interés cultural.
Examinemos este caso de Luis Bárcenas, el extesorero del PP supuestamente implicado en la trama Gürtel. Un poco de cronología. Al poco de estallar el escándalo y de saberse que el extesorero habría recibido comisiones millonarias del empresario Francisco Correa a cambio de favorecer adjudicaciones de obras públicas a empresas cercanas, el entonces jefe de la oposición, Mariano Rajoy, declaraba en 2009: “Nadie podrá probar que Bárcenas y Galeote no son inocentes”. En noviembre de 2012, María Dolores de Cospedal remachaba a cuenta de las cuentas de la familia Pujol: “ ¿Qué ocurriría si se hubiese sabido que un presidente del PP tenía cuentas en Suiza? ¿A que yo hubiera tenido que dimitir?”. Enero de 2013: La Audiencia Nacional encuentra cuentas de Bárcenas en Suiza, el abogado de éste confiesa que el excajero del PP se acogió a la amnistía y blanqueó 10 millones de euros que dormían en bancos de algún cantón helvético y El Mundo publica que el extesorero pagaba sobresueldos en negro a la gran mayoría de los dirigentes nacionales del PP. De auténtica vergüenza.
¿Qué han hecho los populares, con Rajoy a la cabeza? Pues comportarse como si Bárcenas trabajara en realidad de bedel en un edificio de oficinas, intentando darle al escándalo un perfil bajo que no hay quien trague como no hay quien se crea el absurdo ése de que el señor Bárcenas iba mucho a Suiza ¡porque le gustaba la montaña! Esto puede tener poco arreglo en un país donde Rinconete y Cortadillo parecen unos héroes nacionales, pero hay que actuar para atajar esta crisis política, moral y de podredumbre. Y no con más decálogos de buenas intenciones sino con hechos, esto es, no dejando que las listas electorales se conviertan en un refugio de imputados; desterrando la opacidad escandalosa en la financiación de los partidos y aprobando leyes de transparencia propias de países avanzados.
Viendo el descrédito monumental al que se está llegando y el daño que éste nos hace a todos como sociedad, ya nos vale que se note que el mensaje está calando donde tienen que calar. Es muy injusto y terrible que se diga que la política está llena de ladrones. Y los primeros interesados en que se acabe con esta imagen tan espantosa son los propios políticos. Que actúen. Y ya, porque cualquier día viene un demagogo pinturero y los ciudadanos lo pueden terminar votando en masa por el hastío de los políticos tradicionales. Al tiempo.
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.
La corrupción como un bien de interés cultural.
Examinemos este caso de Luis Bárcenas, el extesorero del PP supuestamente implicado en la trama Gürtel. Un poco de cronología. Al poco de estallar el escándalo y de saberse que el extesorero habría recibido comisiones millonarias del empresario Francisco Correa a cambio de favorecer adjudicaciones de obras públicas a empresas cercanas, el entonces jefe de la oposición, Mariano Rajoy, declaraba en 2009: “Nadie podrá probar que Bárcenas y Galeote no son inocentes”. En noviembre de 2012, María Dolores de Cospedal remachaba a cuenta de las cuentas de la familia Pujol: “ ¿Qué ocurriría si se hubiese sabido que un presidente del PP tenía cuentas en Suiza? ¿A que yo hubiera tenido que dimitir?”. Enero de 2013: La Audiencia Nacional encuentra cuentas de Bárcenas en Suiza, el abogado de éste confiesa que el excajero del PP se acogió a la amnistía y blanqueó 10 millones de euros que dormían en bancos de algún cantón helvético y El Mundo publica que el extesorero pagaba sobresueldos en negro a la gran mayoría de los dirigentes nacionales del PP. De auténtica vergüenza.
¿Qué han hecho los populares, con Rajoy a la cabeza? Pues comportarse como si Bárcenas trabajara en realidad de bedel en un edificio de oficinas, intentando darle al escándalo un perfil bajo que no hay quien trague como no hay quien se crea el absurdo ése de que el señor Bárcenas iba mucho a Suiza ¡porque le gustaba la montaña! Esto puede tener poco arreglo en un país donde Rinconete y Cortadillo parecen unos héroes nacionales, pero hay que actuar para atajar esta crisis política, moral y de podredumbre. Y no con más decálogos de buenas intenciones sino con hechos, esto es, no dejando que las listas electorales se conviertan en un refugio de imputados; desterrando la opacidad escandalosa en la financiación de los partidos y aprobando leyes de transparencia propias de países avanzados.
Viendo el descrédito monumental al que se está llegando y el daño que éste nos hace a todos como sociedad, ya nos vale que se note que el mensaje está calando donde tienen que calar. Es muy injusto y terrible que se diga que la política está llena de ladrones. Y los primeros interesados en que se acabe con esta imagen tan espantosa son los propios políticos. Que actúen. Y ya, porque cualquier día viene un demagogo pinturero y los ciudadanos lo pueden terminar votando en masa por el hastío de los políticos tradicionales. Al tiempo.
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.