Aprovechando que el ordenador se puso a configurar las actualizaciones de Windows, he viajado a Burgos a por queso con la agradable sorpresa de ver que en cierto barrio popular de por allí, llamado Gamonal, la gente todavía no está muerta del todo. No está muerta del todo, no, contra el criterio mayoritario de la sociedad española. Yo pensaba que sí, que encontraría los alcorques, los zaguanes, las marquesinas y los pasos de cebra llenos de cadáveres, como en toda España. O puede que sea un efecto óptico, y se hallen tan fiambres como parecen estar en el resto del estado. Porque el burgalés, hombre atizonado, seriote y vivaremos, llegado el momento bien puede ser un taciturno Cid que cabalga atado a un palo para asustar al infiel, cuando en realidad la diñó la noche anterior entre fuertes dolores. Pero si no es así, si resulta que Mío Cid se tomó un frenadol y está como una rosa metiéndole espuelas a Babieca para darles caña a los infieles de la democracia (que son los que nos gobiernan), mayúscula alegría la de Gamonal. Lo que me temo es que no sea una alegría compartida por muchos. Como viene siendo normal de unos meses a esta parte con otros amagos de revuelta, el asunto del motín popular que allí se vive con la excusa de un bulevar ha sido tratado por políticos, medios de comunicación y opinadores de masas con una desvergüenza rayana en la inmoralidad. Lo han hecho con esa ya típica condescendencia severa y pedante, siempre tendente a la reconvención, con que se dirigen a la plebe oprimida cada vez que a esta se le ocurre resollar. Por más razón que tenga, regañina. Porque los capataces de esta opresión, como los capataces de todas las opresiones, se aburren si no usan la fusta que llevan en el cinto. Servidor, en cambio, ha encontrado en Gamonal no un nido de terroristas sin graduación ni una reata de pánfilos aborregados, sino una esperanza para España, un nuevo ejemplo moral. El que la narración oficial de los hechos haya sido lo opuesto a esta interpretación aclara aún más, por si hiciera falta a estas alturas, quién es quién en esta opereta hispana; quién está con el pueblo y quién está contra el pueblo. Quién informa y quién deforma, pero guárdense los políticos de sus obstinaciones. Porque el estallido social pendiente, ese que llegará sin la menor duda, no se hará desde el plano teórico; no surgirá de una soflama en Facebook ni del librito de un filósofo recauchutado ni de un artículo chorra como este: será por alguien que se tire por un balcón, por un manifestante apaleado o por la obra de un parking. Babieca cabalgará de nuevo, infieles. Aunque parezca que estamos muertos.
(C. R)
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.
(C. R)
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.