No me extraña un pelo que a los productores de ‘Juego de tronos’ se les hayan entregado las llaves de la ciudad para que pasen y tomen posesión de todo cuanto gusten, llámese torreón, llámese patinillo alicatado, llámese muralla con buganvilla o cualesquiera otras augustas dependencias históricas. Lo que no comprendo muy bien es lo que tiene que ver la serie en cuestión con todo el asunto ese de la imagen y de la ‘marca’ de Sevilla (que vaya la monserga, desde que descubrieron la palabrita): por lo que tengo entendido, la cosa trata básicamente de descalabrarse unos a otros en aras de la codicia humana, ¿y acaso tiene eso algo que ver con Sevilla? Bueno, no sé, lo mismo se podría asociar a la etapa de los visigodos con Leovigildo. O a la invasión vikinga por el Guadalquivir. O mejor, a cuando pusieron el Metrocentro. Pero no. La naturalidad con la que contemplo esa cesión de espacios monumentales de la ciudad para recrear en ellos los palacios, los ‘lobbys’ y las dependencias cortesanas de un reino de fantasía tiene que ver con algo mucho menos epidérmico que la imagen; obedece, creo yo, a la milenaria afición de Sevilla de asignar sus mejores edificios a las instancias del poder. Que debe de ser una manifestación de su personalidad profunda.
Lo sabe cualquiera que se haya dado un paseíto por Sevilla: casoplones de la Palmera, palacetes rehabilitados, torres morunas, pabellones del 29… Las autoridades (hablo de todas en general, de ahora y de antes, no sea que alguna se disguste por no ser citada) tienen un gusto exquisito para instalar sus oficinas, consejerías, delegaciones y, en resumen, para desplegar por lo más noble de la ciudad su particular juego de tronos… o de troníos. No es nada nuevo, ya digo. Cualquiera que se pase por la Plaza de España podrá ver un azulejo donde pone qué clase de instancias se quedaron con el disfrute de aquel pedazo de monumento una vez terminada la Exposición Iberoamericana: de norte a sur, Gobierno Civil, Mayoría General de Aviación, Magistratura de Trabajo, Delegación de Trabajo, Comisión Geográfica del Ejército, Economato militar, Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, Capitanía General, Instituto Nacional de Colonización, Jefatura Agronómica, Instituto Geográfico y Catastral, Obras Públicas, Delegación del Ministerio de Comercio, Jefatura de Minas… Quien se dé una vuelta por la Expo verá que entre el 29 y el 92 apenas hay un baile de cifras. Así que pasen y graben, señores de la tele. Están ustedes en su trono. Eso sí, cuidadito con la sangre que en el Alcázar todavía tenemos la mancha de la de Don Fadrique, y no se quita. Ah, no, que ustedes se matan de mentirijilla. Qué buen título le pusieron a su serie.
C. R.
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.
Lo sabe cualquiera que se haya dado un paseíto por Sevilla: casoplones de la Palmera, palacetes rehabilitados, torres morunas, pabellones del 29… Las autoridades (hablo de todas en general, de ahora y de antes, no sea que alguna se disguste por no ser citada) tienen un gusto exquisito para instalar sus oficinas, consejerías, delegaciones y, en resumen, para desplegar por lo más noble de la ciudad su particular juego de tronos… o de troníos. No es nada nuevo, ya digo. Cualquiera que se pase por la Plaza de España podrá ver un azulejo donde pone qué clase de instancias se quedaron con el disfrute de aquel pedazo de monumento una vez terminada la Exposición Iberoamericana: de norte a sur, Gobierno Civil, Mayoría General de Aviación, Magistratura de Trabajo, Delegación de Trabajo, Comisión Geográfica del Ejército, Economato militar, Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, Capitanía General, Instituto Nacional de Colonización, Jefatura Agronómica, Instituto Geográfico y Catastral, Obras Públicas, Delegación del Ministerio de Comercio, Jefatura de Minas… Quien se dé una vuelta por la Expo verá que entre el 29 y el 92 apenas hay un baile de cifras. Así que pasen y graben, señores de la tele. Están ustedes en su trono. Eso sí, cuidadito con la sangre que en el Alcázar todavía tenemos la mancha de la de Don Fadrique, y no se quita. Ah, no, que ustedes se matan de mentirijilla. Qué buen título le pusieron a su serie.
C. R.
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.