Esta ensimismada ciudad de Velázquez y Murillo, de Bécquer, Machado, Cernuda y Aleixandre, podría recordarnos el relato de Charles Perrault y de los Hermanos Grimm sobre el cuento de hadas de La bella durmiente del bosque.
Sevilla es hoy una ciudad estancada, refugiada en el exceso de personalización, de tópicos, de negocios opacos, además asumiendo la cultura urbana de los entes despersonalizantes, surgidos como hongos locales hasta llegar a formar parte de su doble alma. No deja de ser una ciudad en crisis maniatada por el encorsetamiento, la incompetencia, la corrupción política, amén de una sobrevenida y diseñada incultura social. Con salvadores que han portado el mismo tipo de propuestas de vademécum, los mismos rostros, las mismas excusas, el mismo fracaso.
Lo que habría entrado en decadencia no era solo Sevilla, sino sobre todo el sentimiento de ciudadanía, pero las respuestas a la estafa de la crisis nos han despertado del sueño, y un movimiento de abajo hacia arriba en la lucha de esta ciudad, que históricamente se ha hecho mejor, más inclusiva, creadora, productiva, activa y multicultural entre lo verde y lo rojizo, la jacaranda, el incienso y el blanco roto, cuando se ha volcado hacia su pueblo, cuando su pueblo se ha despertado.
La degradación de la historia de Sevilla, de sus barrios, la inmoral tasa de paro, el galopante empobrecimiento, los costes de las obras faraónicas, la exclusión de los más débiles, la depresión política, la desarticulación urbana, la fractura social y el aquelarre especulativo son el termómetro de su desmoronamiento gracias al dirigente de su ayuntamiento (pp).
Es urgente el protagonismo de la gente en la configuración de su propio futuro. Se trata de convergencias, de confluencias, de sumar personas, sociedad civil y aquellas organizaciones comprometidas en labrar una profunda regeneración democrática, severas reglas de transparencia, un código inviolable de igualdad de oportunidades y un programa que garantice el bien común de toda la ciudadanía. Empoderémonos para rescatar Sevilla, con el sonido de Marcela Lagarde y el colorido de Frida Kahlo. Hay que mover ficha, ya es la hora, hay que ganar Sevilla.
Sevilla es hoy una ciudad estancada, refugiada en el exceso de personalización, de tópicos, de negocios opacos, además asumiendo la cultura urbana de los entes despersonalizantes, surgidos como hongos locales hasta llegar a formar parte de su doble alma. No deja de ser una ciudad en crisis maniatada por el encorsetamiento, la incompetencia, la corrupción política, amén de una sobrevenida y diseñada incultura social. Con salvadores que han portado el mismo tipo de propuestas de vademécum, los mismos rostros, las mismas excusas, el mismo fracaso.
Lo que habría entrado en decadencia no era solo Sevilla, sino sobre todo el sentimiento de ciudadanía, pero las respuestas a la estafa de la crisis nos han despertado del sueño, y un movimiento de abajo hacia arriba en la lucha de esta ciudad, que históricamente se ha hecho mejor, más inclusiva, creadora, productiva, activa y multicultural entre lo verde y lo rojizo, la jacaranda, el incienso y el blanco roto, cuando se ha volcado hacia su pueblo, cuando su pueblo se ha despertado.
La degradación de la historia de Sevilla, de sus barrios, la inmoral tasa de paro, el galopante empobrecimiento, los costes de las obras faraónicas, la exclusión de los más débiles, la depresión política, la desarticulación urbana, la fractura social y el aquelarre especulativo son el termómetro de su desmoronamiento gracias al dirigente de su ayuntamiento (pp).
Es urgente el protagonismo de la gente en la configuración de su propio futuro. Se trata de convergencias, de confluencias, de sumar personas, sociedad civil y aquellas organizaciones comprometidas en labrar una profunda regeneración democrática, severas reglas de transparencia, un código inviolable de igualdad de oportunidades y un programa que garantice el bien común de toda la ciudadanía. Empoderémonos para rescatar Sevilla, con el sonido de Marcela Lagarde y el colorido de Frida Kahlo. Hay que mover ficha, ya es la hora, hay que ganar Sevilla.