Claro que Trotsky tiene que ver con la frase maldita «asaltar el cielo» que ha hecho tambalear algunos cimientos cuando, sin ninguna ingenuidad impostada, Pablo Iglesias la ha pronunciado solemnemente. La opera prima sobre la muerte de León nos recuerda cómo es la mitología griega quien tiene la maternidad de la sublime frase, que posteriormente es utilizada por los comunistas en el romanticismo alemán, y desde Karl Marx a Irene Falcón se han inspirado en este verbo y en este predicado, para referirse a las insurrecciones en clave de conquistar el poder.
Y hoy, más que nunca, es tiempo de que conciliemos cómo subir a los cielos, traducido a ¿qué hacer ahora?, sin perder de vista el pasado, y sobre todo reseteando el presente para no utilizar herramientas oxidadas. Y atendiendo a algo tan peligroso como es que, el cumplimiento de petición de algún articulado de las leyes vigentes o la aplicación de parte de la vieja Constitución del 78 es en la actualidad un hecho revolucionario. En el tiempo que vivimos se ejerce el poder vía BOE o vía decreto, la decadencia del sistema, la deslegitimación política y ética, que constata el conjunto de la ciudadanía, provoca que se gobierne sin ningún respaldo social.
La caduca partidocracia, atrincherada en las ruinosas formas de hacer política, se desmorona electoral y socialmente. Y aparejado a esto nacen nuevas formulaciones, todavía en construcción, fraguadas algunas al calor del 15M y otros movimientos que no se resignan, donde se diseñan algunos vectores del nuevo ciclo, que deben pasar por desmontar la dictadura de los mercados, redistribuir las riquezas y construir una democracia participativa.
No valen operaciones de acomodo de lo viejo, para corregir la maltrecha transición. Las agonías, en medio de este colapso, son nocivas por los efectos colaterales que producen. Sabedoras de que el antiguo régimen está agotado, que las consecuencias de esta crisis está esquilmando a la gente, se hace urgente una nueva salida democrática, constituyente y reconstitucional, hegemonizada por las soberanía popular, basada en el bienestar común, con cinco advertencias a los que administren el nuevo tiempo: sin pausas, y sin rendijas, con transparencia, con coherencia, y sin miedo al miedo.
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.
Y hoy, más que nunca, es tiempo de que conciliemos cómo subir a los cielos, traducido a ¿qué hacer ahora?, sin perder de vista el pasado, y sobre todo reseteando el presente para no utilizar herramientas oxidadas. Y atendiendo a algo tan peligroso como es que, el cumplimiento de petición de algún articulado de las leyes vigentes o la aplicación de parte de la vieja Constitución del 78 es en la actualidad un hecho revolucionario. En el tiempo que vivimos se ejerce el poder vía BOE o vía decreto, la decadencia del sistema, la deslegitimación política y ética, que constata el conjunto de la ciudadanía, provoca que se gobierne sin ningún respaldo social.
La caduca partidocracia, atrincherada en las ruinosas formas de hacer política, se desmorona electoral y socialmente. Y aparejado a esto nacen nuevas formulaciones, todavía en construcción, fraguadas algunas al calor del 15M y otros movimientos que no se resignan, donde se diseñan algunos vectores del nuevo ciclo, que deben pasar por desmontar la dictadura de los mercados, redistribuir las riquezas y construir una democracia participativa.
No valen operaciones de acomodo de lo viejo, para corregir la maltrecha transición. Las agonías, en medio de este colapso, son nocivas por los efectos colaterales que producen. Sabedoras de que el antiguo régimen está agotado, que las consecuencias de esta crisis está esquilmando a la gente, se hace urgente una nueva salida democrática, constituyente y reconstitucional, hegemonizada por las soberanía popular, basada en el bienestar común, con cinco advertencias a los que administren el nuevo tiempo: sin pausas, y sin rendijas, con transparencia, con coherencia, y sin miedo al miedo.
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.