Malo es que los corruptos que invaden nuestro país se hayan llevado en sacos el dinero de todos. Malo es que ese dinero sume mucho más de lo que haría falta para que los pobres en España pudieran comer caliente y dormir tranquilos durante una temporada muy larga. Lo que nos toca vivir es un bochorno descomunal. Pero, tal vez, lo peor de todo es el insulto, directamente a la inteligencia de los ciudadanos, que nos llega, cada día, a través de la televisión, de la prensa o de la radio. Definitivamente, nos han tomado por tontos integrales. El desparpajo con el que se ponen delante de una cámara para justificar lo imposible, la habilidad para tapar lo malo de sus compañeros, el desprecio que muestran por la sociedad española, es lamentable. Y digo que es de lo malo lo peor porque esta es la antesala en la que esperan los siguientes convencidos de que haciendo lo mismo no les pasará gran cosa. Es tal la desfachatez que demuestran; es tal la arrogancia con la que miran desde su atalaya estos sinvergüenzas, pensando, al mismo tiempo, que no van a devolver un céntimo; es tal la impunidad con la que hacen o deshacen y la indefensión con la que nos hacen vivir, que hay que ser muy optimista para pensar que esto tiene solución.
Está claro que se tiene que abordar la reforma del código penal (y no una ley del aborto que ha tenido revolucionada a buena parte de la sociedad y a muchos funcionarios trabajando para nada) y se tiene que abordar con rapidez. También con garantías que sólo tendremos si la división de poderes es real. Hay que abordar las reformas (estas, estas, y no las que dejan desamparados a los trabajadores o sin comedor a los niños en los colegios) para que, de una vez por todas, los malos paguen sus culpas.
Y, mientras, los pobres más pobres. Y, mientras, las clases medias más medias que nunca. Y, mientras, el miedo que llega desde el mismo territorio que habitan los corruptos (la crisis vuelve, los bancos tienen problemas, la bolsa de hunde, el mundo se acaba y debéis estar quietecitos no vaya a ser peor el remedio que la enfermedad…).
Qué bien manejan el miedo ajeno. Con tanto descaro y tan poca vergüenza como el dinero. Ajeno, también.
La gran pregunta es: ¿qué hace falta para que el pueblo español diga ¡basta ¡?
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.
Está claro que se tiene que abordar la reforma del código penal (y no una ley del aborto que ha tenido revolucionada a buena parte de la sociedad y a muchos funcionarios trabajando para nada) y se tiene que abordar con rapidez. También con garantías que sólo tendremos si la división de poderes es real. Hay que abordar las reformas (estas, estas, y no las que dejan desamparados a los trabajadores o sin comedor a los niños en los colegios) para que, de una vez por todas, los malos paguen sus culpas.
Y, mientras, los pobres más pobres. Y, mientras, las clases medias más medias que nunca. Y, mientras, el miedo que llega desde el mismo territorio que habitan los corruptos (la crisis vuelve, los bancos tienen problemas, la bolsa de hunde, el mundo se acaba y debéis estar quietecitos no vaya a ser peor el remedio que la enfermedad…).
Qué bien manejan el miedo ajeno. Con tanto descaro y tan poca vergüenza como el dinero. Ajeno, también.
La gran pregunta es: ¿qué hace falta para que el pueblo español diga ¡basta ¡?
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.