Pues de ser cierto que senadores y diputados podían y pueden viajar cuanto les venga en gana, en primera clase, a donde quieran y para lo que quieran sin que el Parlamento ejerza control alguno ni exija justificantes, estaremos ante un escándalo similar al de las tarjetas negras de Bankia y Caja Madrid. No por la cuantía, sino por el comportamiento ético y político que supone el abuso que hacen los veladores y valedores del dinero público. Dl germen de la corrupción anida en el Parlamento. Estos señores no son de fiar.
El señor Monago pretende exculparse de sus 32 viajes a Canarias, siendo senador, diciendo que todos sus viajes, a donde fuere, eran para trabajar honestamente y que si hizo alguno privado lo pagó de su bolsillo. ¿Alguien lo cree? ¿Puede bastar para liquidar el asunto la declaración del afectado? Por mucho menos tuvo que dimitir el Presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Dívar, que en principio argumentaba lo mismo. Al menos habrá que investigar. Investigar en serio. Como por ejemplo le hicieron a Bill Clinton en su romance con la becaria Lewinsky.
El asunto cae justo en el fin de semana en que se celebrará en Cáceres, bajo el dominio de Monago, la reunión del PP para lo que han llamado Jornadas de Buenas Prácticas. Todo un sarcasmo.
El mismo fin de semana en que la infanta Cristina es exculpada de blanqueo por ignorante y solo imputada, de momento, por dos delitillos fiscales, y en el que Mariano Rajoy trata de surfear en Catalunya. La gente está tan saturada de incongruencias políticas que el conflicto de Catalunya sorprendentemente apenas le interesa, no comprende por qué la infanta recibe mejor trato que Isabel Pantoja, y, por el contrario, los viajes de Monago soliviantan al más calmado creyente en la actividad política.
De modo nada extraño, Izquierda Unida, apoyo necesario del Partido Popular en Extremadura, dice que se conforma con que Monago devuelva el dinero, pero no exige la dimisión. ¿Qué dinero, cuánto, lo que diga Monago, que se declararía culpable, a ojo, sin comisión de investigación, todo para mantener su influencia en el Gobierno? ¡Triste Izquierda Unida, no ajena a la sospecha de la incorrección política! Luego se quejan de su hundimiento.
Monago no se ha ofrecido por propia iniciativa a presentar cuentas, justificantes y motivos. Se conforma con una generalización. Eso es precisamente lo que refuerza la sospecha y repulsa de los ciudadanos. Esperemos que no mientan mucho en sus Jornadas. O que incluso no mienten el asunto. A propósito, Monago, además de Doctor en Derecho, fue bombero. Y no se sabe si pirómano.
Arturo gonzalez.
El señor Monago pretende exculparse de sus 32 viajes a Canarias, siendo senador, diciendo que todos sus viajes, a donde fuere, eran para trabajar honestamente y que si hizo alguno privado lo pagó de su bolsillo. ¿Alguien lo cree? ¿Puede bastar para liquidar el asunto la declaración del afectado? Por mucho menos tuvo que dimitir el Presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Dívar, que en principio argumentaba lo mismo. Al menos habrá que investigar. Investigar en serio. Como por ejemplo le hicieron a Bill Clinton en su romance con la becaria Lewinsky.
El asunto cae justo en el fin de semana en que se celebrará en Cáceres, bajo el dominio de Monago, la reunión del PP para lo que han llamado Jornadas de Buenas Prácticas. Todo un sarcasmo.
El mismo fin de semana en que la infanta Cristina es exculpada de blanqueo por ignorante y solo imputada, de momento, por dos delitillos fiscales, y en el que Mariano Rajoy trata de surfear en Catalunya. La gente está tan saturada de incongruencias políticas que el conflicto de Catalunya sorprendentemente apenas le interesa, no comprende por qué la infanta recibe mejor trato que Isabel Pantoja, y, por el contrario, los viajes de Monago soliviantan al más calmado creyente en la actividad política.
De modo nada extraño, Izquierda Unida, apoyo necesario del Partido Popular en Extremadura, dice que se conforma con que Monago devuelva el dinero, pero no exige la dimisión. ¿Qué dinero, cuánto, lo que diga Monago, que se declararía culpable, a ojo, sin comisión de investigación, todo para mantener su influencia en el Gobierno? ¡Triste Izquierda Unida, no ajena a la sospecha de la incorrección política! Luego se quejan de su hundimiento.
Monago no se ha ofrecido por propia iniciativa a presentar cuentas, justificantes y motivos. Se conforma con una generalización. Eso es precisamente lo que refuerza la sospecha y repulsa de los ciudadanos. Esperemos que no mientan mucho en sus Jornadas. O que incluso no mienten el asunto. A propósito, Monago, además de Doctor en Derecho, fue bombero. Y no se sabe si pirómano.
Arturo gonzalez.