Gracias, ciudadana, sabes que soy persona a la que no le gusta polemizar sobre ningún escrito que en este foro se publica, igualmente tampoco suelo responder a ninguna mención que se hagan sobre los míos. De todas formas ellos mismos se descalifican actuando de esta manera.
Este es dedicado a ti.
Las modernuras me ponen muy melancólico. Más que melancólico, me ponen como al burgomaestre del pueblo de Frankenstein en noches de tormenta, esto es, deseoso de organizar un piquete de paisanos con antorchas, horcas y guadañas para salir a la caza y captura del monstruo que está amenazando las señas de identidad de mi generación. Leo que este verano van a montar un pantallón de cine gigante en el Muelle de las Delicias, con sus terracitas para el postureo sevillanita y el pijerío rampante. Pues que les aproveche, pero yo me pregunto hasta cuándo hemos de soportar los excesos destemplados de la modernidad excluyente. Vale que el tiempo pase, pero que no pase pegando bofetadas. No me ha dado tiempo de llegar a ser abuelo para que entre mis tiempos y los de ahora parezca que ha pasado un siglo y medio, cuando lo cierto es que ayer mismo (o como ayer se me hace) estaba yo en un cine de verano con salamanquesa en la pantalla, bolsita de pipas en la mano y el culo baldado por la silla metálica, viendo pasar estrellas fugaces sobre mi película de aventuras. Con un pantallón gigante se verá de maravilla la última ocurrencia jurásica, pero no habrá forma de contemplar estrellas fugaces en el cielo, y las pobres salamanquesas morirán de un infarto cuando todos esos kilowatios les caigan en la chepa con la dictatorial, impositiva, arrogante, despiadada, engreída, insatisfecha, inapelable y desalmada crueldad de los tiempos modernos. Unos tiempos que intentan a toda costa echarme de los míos sin que todavía hayan pasado.
C. R.
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.
Este es dedicado a ti.
Las modernuras me ponen muy melancólico. Más que melancólico, me ponen como al burgomaestre del pueblo de Frankenstein en noches de tormenta, esto es, deseoso de organizar un piquete de paisanos con antorchas, horcas y guadañas para salir a la caza y captura del monstruo que está amenazando las señas de identidad de mi generación. Leo que este verano van a montar un pantallón de cine gigante en el Muelle de las Delicias, con sus terracitas para el postureo sevillanita y el pijerío rampante. Pues que les aproveche, pero yo me pregunto hasta cuándo hemos de soportar los excesos destemplados de la modernidad excluyente. Vale que el tiempo pase, pero que no pase pegando bofetadas. No me ha dado tiempo de llegar a ser abuelo para que entre mis tiempos y los de ahora parezca que ha pasado un siglo y medio, cuando lo cierto es que ayer mismo (o como ayer se me hace) estaba yo en un cine de verano con salamanquesa en la pantalla, bolsita de pipas en la mano y el culo baldado por la silla metálica, viendo pasar estrellas fugaces sobre mi película de aventuras. Con un pantallón gigante se verá de maravilla la última ocurrencia jurásica, pero no habrá forma de contemplar estrellas fugaces en el cielo, y las pobres salamanquesas morirán de un infarto cuando todos esos kilowatios les caigan en la chepa con la dictatorial, impositiva, arrogante, despiadada, engreída, insatisfecha, inapelable y desalmada crueldad de los tiempos modernos. Unos tiempos que intentan a toda costa echarme de los míos sin que todavía hayan pasado.
C. R.
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.