Como en el Olimpo no había democracia representativa atrapada en un bipartidismo irredento, al titán Prometeo le dieron la del tigre cuando se le ocurrió robar el fuego sagrado de los dioses para dárselo a los impresentables de los humanos. Eso, huelga decirlo, no habría sucedido en modo alguno en la España de hoy, donde al antedicho personajazo le habría caído como mucho una imputación que habría quedado resuelta sin necesidad de dimisión aunque hubiese primeras planas de periódicos repletas de pruebas de que el mechero está bien guardadito en Suiza. Eso es así. Pero la divinidad griega, siempre tan vengativa y tan justiciera (incluso hoy, mal que les pese a algunos), decidió que una buena forma de llamar al orden al interfecto en aplicación de la ordenanza era encadenarlo en medio del Cáucaso y que un águila le comiera el hígado todos los días a la hora del aperitivo, cosa fácil ya que el condenado era inmortal y por lo tanto tenía hígados de sobra (si es que no los había robado también, porque una cosa es la mitología y otra la verdad). De modo que servidor se asoma a los asombrosos acontecimientos que están produciéndose aujourd’hui en este Año Santo Electoral y solo justifica en la defensa de los animales el que no haya un águila, un hurón y un nido de termitas comiéndoles los hígados, los bazos y hasta los duodenos a ciertos Prometeos que siguen campando a sus anchas por esas listas de Dios y de la derecha como si no hubiera o hubiese pasado nada. Lo mismo hace falta que vengan los griegos, inventores de la democracia, a darnos un par de clases.
C. R
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.
C. R
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.