Hace un par de semanas fui a que me hicieran el reconocimiento médico y psicotécnico para renovar el carnet de conducir. Me podrían haber hecho ya el psicosomático también, porque habría dado igual. Como ya conocen todos los paisanos motorizados, la prueba estelar consiste en llevar dos cochecitos en un monitor, cada uno con una mano y procurando no estrellarlos. Menos mal que en los míos no iba gente dentro, porque ahora estarían todos muertos. Pero eso da igual: el que te tomen la tensión, el que te soplen en la oreja o el que te hagan jugar como dos jugadores a la vez al Candy Crush Auto no evalúa en modo alguno si soy buen conductor, buen percebeiro o buen alférez provisional. Ni imaginarme quiero cómo serán, pues, las pruebas para el examen de aptitud para el permiso de armas. Como jamás en mi vida he tenido el menor interés por el crimen ni por la matanza, y ni siquiera por echarme al monte en busca de mi propio sustento en plan trampero (craso error, porque lo mismo algún día me veo en la obligación a poco que sigan gobernándonos los mercados), ignoro qué se les exigirá a los émulos de Charlton Heston y Grizzly Adams, pero algo me dice, por la cantidad de tarados que hay por ahí con escopeta, que como exámenes dejan muchísimo que desear. La hiperburocratizada España llora a mujeres muertas cada dos por tres. Importa el trámite, no si este funciona. Importa el impuesto, no lo que cubre. Importa que el papel lleve el sello oficial, no que sea verdad o que sea una trola. Mientras los certificados de defunción se hagan por triplicado...
C. R
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.
C. R
Seguimos con la reconquista desde el SUR le pese a quien le pese.
ruccio. Me gusta su escrito. No todos sus comentarios iban a ser críticos, al menos por mí.
Un saludo.
Un saludo.