2ª Parte
El éxito de los movimientos separatistas de Cataluña y Portugal animó a otros separatismos de la corona hispánica.
En Andalucía se levantó un futuro rey, el duque de Medina Sidonia, hermano de la reina de Portugal y con la complicidad del marqués de Ayamonte se quisieron constituirse como reino independiente con la ayuda portuguesa. Olivares inmediatamente actuó y ordenó ejecutar al marqués de Ayamonte y desterró al duque de Medina Sidonia.
En Aragón hubo otra conspiración para nombrar rey al duque de Hijar pero inmediatamente fracasó. En Sicilia y en Nápoles, la nobleza se puso a favor de la Corona española y el motín secesionista se transformó posteriormente en una guerra social.
En Sicilia y Nápoles, se produce un movimiento secesionista iniciado por un caudillo popular Masaniello, que se alza contra soberanía española y hace huir al Virrey duque de Arcos y establece un gobierno con los desvaríos de grandeza de tiempo de atrás en Roma de Nicolás de Rienzo, pero la nobleza se puso a favor de la Corona española.
Este es asesinado y el pueblo sin caudillo se apacigua y en 1648 es nombrado un nuevo Virrey, el duque de Oñate que logra la pacificación.
La nueva monarquía entronizada, en referencia a la Casa de Borbón, con la figura de Felipe V, como primer rey se inicia el siglo XVIII, con un cambio de timón nacional, en la concepción descentralizada del reino de España e introduce el centralismo monárquico con los Decretos de Nueva Planta.
En la Edad Contemporánea, se reproducen “dos ciclos constitucionales” según la teoría de Polibio.
El primero tiene lugar, tras el triunfo de “la Revolución del 1868” la Gloriosa, movimiento revolucionario burgués que acabo con la monarquía borbónica de Isabel II.
La Revolución del 1868, no sólo significó el mero derrocamiento de una monarquía y de su reina, sino el momento para llevar adelante una serie de transformaciones estructurales político económico que democratizasen la vida política y destruyesen las trabas que se oponían a la democratización del sistema liberal capitalista, implantado en la etapa anterior.
Es la clase oligárquica militar, representada por los generales Serrano, Prim y el almirante Topete, los que suceden temporalmente al anterior sistema, acabando en un sistema democrático como es la instauración de la 1ª República donde Asamblea Nacional asume todos los poderes y declara como forma de gobierno de la nación, la República, dejando a las Cortes Generales la organización de la forma de gobierno.
Se suceden cuatro gobiernos; el primero de Estanislao Figueras, seguido del federalista Pi y Margall, Salmerón y el último D. Emilio Castelar quien decidió salvar a la Patria, anunciando que establecía el principio de autoridad e imponía el orden público y es derrotado en la sesión del 2 al 3 de Enero de 1874 y ante este caos, una fuerza militar dirigida por el general republicano Pavía quien invade el hemiciclo de las Cortes y expulsa a los polticos salvando a la Patria, con las fuerzas de la Guardia Civil y disuelve estás.
Esta dramática experiencia de democracia liberal ensayada, que desafortunadamente se repitió en 1931, con la proclamación de la 2ª Republica y cuyos cimientos fallaron porque no se encontró una convivencia pacífica y que no tenía otra alternativa que la rectificación y sería en julio de 1936 con la desgraciada tragedia de la guerra civil, la prueba definitiva de todo experimentado fracaso.
Actualmente acabada la etapa del cesarismo político representado por el gobierno autoritario y centralista del general Franco, se estableció un nuevo sistema político de monarquía parlamentaria con una democracia representativa por partidos políticos y una autonomía de regiones con el intento de paliar las pretensiones separatistas de Vasconia y Cataluña.
Todas las medidas adoptadas por varios gobiernos sucesivos, de distinto signo político han sido un fracaso y nos encontramos en la encrucijada de un deterioro generalizado de la vida política por el trato de favor a ciertas autonomías (el cupo vasco y navarro y el régimen fiscal aprobado para Cataluña) que origina un incumplimiento tácito del principio de igualdad de trato de todos los españoles.
Interesa al pueblo español, que el actual Estado urgentemente acometa estos conflictos y que a lo largo de casi doscientos años que los padecemos (no olvidemos las guerra carlistas) no ha habido solución y se aclare de una vez por todas el mantenimiento de su indisoluble unión basada en la igualdad de trato con el resto de regiones o busque otra solución definitiva.
Será la ciudadanía, quien deberá decidir esta cuestión, pues al fin España sobrevivirá sin Vasconia y Cataluña, como sobrevivió Gran Bretaña sin Irlanda, Suecia sin Noruega, Holanda sin Bélgica, y la Republica Checa sin Eslovaquia.
Es imprescindible que solucionada esta cuestión, el Estado actual deberá plantear un cambio de timón institucional derogando esta Constitución del 1978 y estableciendo otra centralista políticamente y descentralizadora administrativamente derogando definitivamente el Estado de Autonomias políticas e ilegalizando los partidos independentistas y asumiendo el Nuevo Estado las competencias de gobierno para garantizar igualdad de trato a todos los españoles independiente del lugar que se encuentren del suelo patrio.
En el ejemplo español por nuestro carácter anarquico. los periodos mas estables en la gobernabilidad del Estado han sido con el centralismo político y cuando se ha establecido otro sistema diferente ha surgido el desorden y la anarquía asi que el futuro régimen político deberá basarse en cierto autoritarismo.
Julio Reyes Rubio
El éxito de los movimientos separatistas de Cataluña y Portugal animó a otros separatismos de la corona hispánica.
En Andalucía se levantó un futuro rey, el duque de Medina Sidonia, hermano de la reina de Portugal y con la complicidad del marqués de Ayamonte se quisieron constituirse como reino independiente con la ayuda portuguesa. Olivares inmediatamente actuó y ordenó ejecutar al marqués de Ayamonte y desterró al duque de Medina Sidonia.
En Aragón hubo otra conspiración para nombrar rey al duque de Hijar pero inmediatamente fracasó. En Sicilia y en Nápoles, la nobleza se puso a favor de la Corona española y el motín secesionista se transformó posteriormente en una guerra social.
En Sicilia y Nápoles, se produce un movimiento secesionista iniciado por un caudillo popular Masaniello, que se alza contra soberanía española y hace huir al Virrey duque de Arcos y establece un gobierno con los desvaríos de grandeza de tiempo de atrás en Roma de Nicolás de Rienzo, pero la nobleza se puso a favor de la Corona española.
Este es asesinado y el pueblo sin caudillo se apacigua y en 1648 es nombrado un nuevo Virrey, el duque de Oñate que logra la pacificación.
La nueva monarquía entronizada, en referencia a la Casa de Borbón, con la figura de Felipe V, como primer rey se inicia el siglo XVIII, con un cambio de timón nacional, en la concepción descentralizada del reino de España e introduce el centralismo monárquico con los Decretos de Nueva Planta.
En la Edad Contemporánea, se reproducen “dos ciclos constitucionales” según la teoría de Polibio.
El primero tiene lugar, tras el triunfo de “la Revolución del 1868” la Gloriosa, movimiento revolucionario burgués que acabo con la monarquía borbónica de Isabel II.
La Revolución del 1868, no sólo significó el mero derrocamiento de una monarquía y de su reina, sino el momento para llevar adelante una serie de transformaciones estructurales político económico que democratizasen la vida política y destruyesen las trabas que se oponían a la democratización del sistema liberal capitalista, implantado en la etapa anterior.
Es la clase oligárquica militar, representada por los generales Serrano, Prim y el almirante Topete, los que suceden temporalmente al anterior sistema, acabando en un sistema democrático como es la instauración de la 1ª República donde Asamblea Nacional asume todos los poderes y declara como forma de gobierno de la nación, la República, dejando a las Cortes Generales la organización de la forma de gobierno.
Se suceden cuatro gobiernos; el primero de Estanislao Figueras, seguido del federalista Pi y Margall, Salmerón y el último D. Emilio Castelar quien decidió salvar a la Patria, anunciando que establecía el principio de autoridad e imponía el orden público y es derrotado en la sesión del 2 al 3 de Enero de 1874 y ante este caos, una fuerza militar dirigida por el general republicano Pavía quien invade el hemiciclo de las Cortes y expulsa a los polticos salvando a la Patria, con las fuerzas de la Guardia Civil y disuelve estás.
Esta dramática experiencia de democracia liberal ensayada, que desafortunadamente se repitió en 1931, con la proclamación de la 2ª Republica y cuyos cimientos fallaron porque no se encontró una convivencia pacífica y que no tenía otra alternativa que la rectificación y sería en julio de 1936 con la desgraciada tragedia de la guerra civil, la prueba definitiva de todo experimentado fracaso.
Actualmente acabada la etapa del cesarismo político representado por el gobierno autoritario y centralista del general Franco, se estableció un nuevo sistema político de monarquía parlamentaria con una democracia representativa por partidos políticos y una autonomía de regiones con el intento de paliar las pretensiones separatistas de Vasconia y Cataluña.
Todas las medidas adoptadas por varios gobiernos sucesivos, de distinto signo político han sido un fracaso y nos encontramos en la encrucijada de un deterioro generalizado de la vida política por el trato de favor a ciertas autonomías (el cupo vasco y navarro y el régimen fiscal aprobado para Cataluña) que origina un incumplimiento tácito del principio de igualdad de trato de todos los españoles.
Interesa al pueblo español, que el actual Estado urgentemente acometa estos conflictos y que a lo largo de casi doscientos años que los padecemos (no olvidemos las guerra carlistas) no ha habido solución y se aclare de una vez por todas el mantenimiento de su indisoluble unión basada en la igualdad de trato con el resto de regiones o busque otra solución definitiva.
Será la ciudadanía, quien deberá decidir esta cuestión, pues al fin España sobrevivirá sin Vasconia y Cataluña, como sobrevivió Gran Bretaña sin Irlanda, Suecia sin Noruega, Holanda sin Bélgica, y la Republica Checa sin Eslovaquia.
Es imprescindible que solucionada esta cuestión, el Estado actual deberá plantear un cambio de timón institucional derogando esta Constitución del 1978 y estableciendo otra centralista políticamente y descentralizadora administrativamente derogando definitivamente el Estado de Autonomias políticas e ilegalizando los partidos independentistas y asumiendo el Nuevo Estado las competencias de gobierno para garantizar igualdad de trato a todos los españoles independiente del lugar que se encuentren del suelo patrio.
En el ejemplo español por nuestro carácter anarquico. los periodos mas estables en la gobernabilidad del Estado han sido con el centralismo político y cuando se ha establecido otro sistema diferente ha surgido el desorden y la anarquía asi que el futuro régimen político deberá basarse en cierto autoritarismo.
Julio Reyes Rubio