Reyes Magos. Mi juguete: Una caja de zapatos a la cual...

A mí los Reyes Magos no me traían nada. ¡Para qué disfrazarlo con bobadas!, ¡no me traían nada cuando era un niño!, pero, aparte de la comprensible decepción del que veía a los demás mientras jugaban con sus bicicletas, peluches, balones..., yo no podía echar nada de menos, porque mi madre, que era la que lo manejaba todo en la casa, ya me lo había explicado, y cuando salía a la calle, yo ya lo sabía: "no había reyes, porque los Reyes no los solían treaer, sino porque los padres los compraban, y ellos no tenían dinero... ni siquiera para comer"

¡Jolín con tu madre!

Yo no, yo es anoche estaba atentísima a todo, ruidos, luces, pisadas..... toda un anoche mágica, por supuesto juguetes ni olerlos, no había dinero, pero siempre había un detalle, un bollo, una perra gorda....

Mucho ha cambiado el panorama, hoy día no creo que haya un niño sin juguetes en España, si lo hay mas bien es por dejadez de los padres, ya que si ellos no pueden comprarlo hay cantidad de familias que llevan "carros" de juguetes a las instituciones, y éstas están provistas para satisfacer a los chiquillos.

Saludos.

Bueno, en realidad creo que todas mis carencias durante la infancia las ha compensado Dios conmigo posteriormente, así que me siento proporcionalmente raso, como mínimo. Para ser honestos, más que raso...
Los recuerdos negativos, se ven superados por los positivos como cuando cae una espesa nevada...

En realidad esas no son carencias, tu madre obraría de acuerdo a la mentalidad de la época en ese aspecto, como se obraba en muchas casas.

La verdad es que tuvimos una infancia dura en cuánto a cosas materiales pero también es verdad, que como era la vida de la mayoría de los niños de esa forma no sufríamos trauma alguno y cosas de esas que dicen que les pasa ahora a los niños, yo recuerdo, incluso con alegría, los vasos de leche en polvo y el queso ese de las latas amarillas que nos daban en el recreo, no tengo recuerdos malos de mi niñez.

Reyes Magos. Mi juguete: Una caja de zapatos a la cual ataba una cuerda y hala, a espabilar. Y unos calcetines de lana que me hacía mi abuela. Cuando las ovejas se arrimaban a las alambradas dejaban lana, mi abuela iba y recogía toda la lana que pudiera y a tejer con la rueca. Bueno, una vez me trajeron un mechero de martillo. Y pare usted de contar.