Bueno, he dejado mi viaje atrás. No hay plazo que no se cumpla. Normalmente suelo hacer tres viajes al año, dos dentro de nuestras tierras y uno más fuera de España. Estuve en -hale, ahora no se lo digo-, pondré un acertijo y verá como lo adivina en un abrir y cerrar de ojos. Hace unos 50 años pasé un mes en el mes de julio y prometí no volver por esas fechas, pero sí en invierno, por ejemplo, como lo he hecho ahora. Han desnaturalizado un pueblo. Altas torres no compaginan con lo que en su día fue un pueblo de los tantos que tenemos. Conté los pisos de una torre, ¡pásmese usted! Tiene 40 pisos. De treinta, veinticinco veinte... incontables. Bueno, esa es la realidad. "cambio pueblo por torres y turismo. En efecto, prima el turismo, viven del turismo, tengo la certeza de que es la población que más cafeterías, bares, restaurantes y comercios tiene que cualquiera otra de España salvando la proporción correspondiente.
¿Ha adivinado dónde he estado? Seguro que sí. Le daré otra pista: tiene dos playas, la de Levante y la de Poniente, separadas o unidas por un montículo rocoso. No doy más datos.
Un cordial saludo.
¿Ha adivinado dónde he estado? Seguro que sí. Le daré otra pista: tiene dos playas, la de Levante y la de Poniente, separadas o unidas por un montículo rocoso. No doy más datos.
Un cordial saludo.
Permítame contar una anécdota real. Al hilo de mi anterior escrito, cuando miré hacia arriba y divisé la torre que tiene 40 pisos, exclamé: ¡COÑO! Inmediatamente mi pensamiento viajó hasta León. Hace unos 60 años, en León capital se construyó un edificio que para aquellos años era espectacular. Por primera vez mis ojos vieron una pala excavadora. La máquina dejó en unas horas limpio el solar donde se haría el edificio. Casi casi, pegadito a la estatua de Guzmán el Bueno. Pues bien, cuando terminaron la obra, la cual no tiene muchos pisos, pero era el edificio más alto de León, excepto la catedral que tiene unos 66 metros de altura, a lo que voy, cuando la gente de los pueblos llegaban y contemplabam el edificio, exclamaban: ¡COÑO, QUÉ CASA! Y por ese eslogan se conoce al edificio: LA CASA DEL COÑO.