El astrolabio.
Por Bieito Rubido.
Bieito Rubido.
El 10 jun, 2019.
Que la victoria electoral de Sánchez no fue «rotunda» sino más bien raquítica lo demuestra el hecho de que, para conseguir los 53 escaños que le faltan, o pacta con toda una constelación de minipartidos, incluida la entrada de Podemos en el Gobierno, o convence a Casado para que el PP se abstenga, visto que, «con Rivera, no». O convoca nuevas elecciones, en las que dudo de que alcanzara mejor resultado que el actual, por la mínima. La situación es tan perversa y compleja como la de Rajoy en 2015, cuando Sánchez se erigió en el rey del «no es no». La diferencia es que ahora entra en juego el posible intercambio de cromos en ayuntamientos y autonomías, sin descartar, además, que tanto el Partido Popular como Ciudadanos se dejen llevar a última hora por la responsabilidad y el sentido de Estado. Pero eso no va a resolver la debilidad parlamentaria del Gobierno. A partir de ahí, tendrá que aprobar presupuestos, leyes e incluso adaptar normativas comunitarias a la vida real de España. Viene, por tanto, un tiempo de incertidumbre política e inestabilidades que no augura nada bueno, a pesar de la «rotunda» victoria socialista.
Por Bieito Rubido.
Bieito Rubido.
El 10 jun, 2019.
Que la victoria electoral de Sánchez no fue «rotunda» sino más bien raquítica lo demuestra el hecho de que, para conseguir los 53 escaños que le faltan, o pacta con toda una constelación de minipartidos, incluida la entrada de Podemos en el Gobierno, o convence a Casado para que el PP se abstenga, visto que, «con Rivera, no». O convoca nuevas elecciones, en las que dudo de que alcanzara mejor resultado que el actual, por la mínima. La situación es tan perversa y compleja como la de Rajoy en 2015, cuando Sánchez se erigió en el rey del «no es no». La diferencia es que ahora entra en juego el posible intercambio de cromos en ayuntamientos y autonomías, sin descartar, además, que tanto el Partido Popular como Ciudadanos se dejen llevar a última hora por la responsabilidad y el sentido de Estado. Pero eso no va a resolver la debilidad parlamentaria del Gobierno. A partir de ahí, tendrá que aprobar presupuestos, leyes e incluso adaptar normativas comunitarias a la vida real de España. Viene, por tanto, un tiempo de incertidumbre política e inestabilidades que no augura nada bueno, a pesar de la «rotunda» victoria socialista.