SÁBADO, 14/11/2020 - 19:44
LUIS MAURI EL PERIODICO
EL EXORCISMO DE ETA
La ficción nos guía en una expedición multitudinaria a las cicatrices del terrorismo. ETA dejó de matar hace diez años y se disolvió hace dos, pero el tabú persiste. Las suturas del gran trauma están tiernas. La exploración literaria, televisiva o cinematográfica puede llegar a causar dolor, pero es necesaria para verificar la curación de los costurones. La ficción desbroza una vereda hacia el conocimiento y la normalización. Es el desguace del tabú. El exorcismo del horror.
En la arena política también se resiguen las cicatrices con las yemas de los dedos, pero a menudo con más interés nocivo que afán sanador. La alineación de Bildu con la holgada mayoría parlamentaria que respaldó los Presupuestos del Gobierno en su primer trámite parece haber abierto las puertas del infierno. Fumarolas de azufre ardiente inflaman el aire.
¿Qué hay detrás de tanto escándalo? El tabú. Las suturas aún dolientes, por supuesto. Y toneladas de hipocresía o cinismo políticos. En lo que va de esta legislatura todos los grupos han votado repetidamente con Bildu. De un total de 37 iniciativas legislativas aprobadas, el PSOE y Podemos han votado en 15 ocasiones con los aberzales. El PP ha hecho lo propio 14 veces. Y Ciudadanos, 16.
Los precedentes
Estas asociaciones no son excepcionales ni nuevas. En el mandato municipal 2011-2015 el alcalde de Vitoria, Javier Maroto, hoy portavoz del PP en el Senado, negoció con los aberzales los presupuestos de la ciudad. Y en 1993, entonces la sangre aún regaba las calles, el presidente navarro Juan Cruz, de la conservadora UPN, trató las cuentas autonómicas con Herri Batasuna.
¿Por qué se abren ahora con tanto estrépito las puertas del infierno? El PP trata de difuminar su derrota y su soledad en el primer lance del Presupuesto, seis meses después de haber calculado que la fuerza devastadora de la pandemia se llevaría por delante el Gobierno de Sánchez e Iglesias. Azota asimismo a Ciudadanos por su deserción parcial del bloque derechista de Colón. Y echa sal sobre otras heridas que nunca acaban de cicatrizar, las de Sánchez con algunos barones del PSOE.
Esto es la realidad. Por suerte, siempre nos quedará la ficción.
LUIS MAURI EL PERIODICO
EL EXORCISMO DE ETA
La ficción nos guía en una expedición multitudinaria a las cicatrices del terrorismo. ETA dejó de matar hace diez años y se disolvió hace dos, pero el tabú persiste. Las suturas del gran trauma están tiernas. La exploración literaria, televisiva o cinematográfica puede llegar a causar dolor, pero es necesaria para verificar la curación de los costurones. La ficción desbroza una vereda hacia el conocimiento y la normalización. Es el desguace del tabú. El exorcismo del horror.
En la arena política también se resiguen las cicatrices con las yemas de los dedos, pero a menudo con más interés nocivo que afán sanador. La alineación de Bildu con la holgada mayoría parlamentaria que respaldó los Presupuestos del Gobierno en su primer trámite parece haber abierto las puertas del infierno. Fumarolas de azufre ardiente inflaman el aire.
¿Qué hay detrás de tanto escándalo? El tabú. Las suturas aún dolientes, por supuesto. Y toneladas de hipocresía o cinismo políticos. En lo que va de esta legislatura todos los grupos han votado repetidamente con Bildu. De un total de 37 iniciativas legislativas aprobadas, el PSOE y Podemos han votado en 15 ocasiones con los aberzales. El PP ha hecho lo propio 14 veces. Y Ciudadanos, 16.
Los precedentes
Estas asociaciones no son excepcionales ni nuevas. En el mandato municipal 2011-2015 el alcalde de Vitoria, Javier Maroto, hoy portavoz del PP en el Senado, negoció con los aberzales los presupuestos de la ciudad. Y en 1993, entonces la sangre aún regaba las calles, el presidente navarro Juan Cruz, de la conservadora UPN, trató las cuentas autonómicas con Herri Batasuna.
¿Por qué se abren ahora con tanto estrépito las puertas del infierno? El PP trata de difuminar su derrota y su soledad en el primer lance del Presupuesto, seis meses después de haber calculado que la fuerza devastadora de la pandemia se llevaría por delante el Gobierno de Sánchez e Iglesias. Azota asimismo a Ciudadanos por su deserción parcial del bloque derechista de Colón. Y echa sal sobre otras heridas que nunca acaban de cicatrizar, las de Sánchez con algunos barones del PSOE.
Esto es la realidad. Por suerte, siempre nos quedará la ficción.