El discurso de uno de los ponentes de la manifestación de Colón.
Luis García Trapiello, escritor: pertenece al partido comunista.
Es muy largo, el que quiera leerlo, lo haga sin prisas.
"Buenos días a todos. Nunca había hablado a tantas personas y si por mí fuera, estaría ahí abajo, entre vosotros. Quienes me conocen algo saben que no me gusta la notoriedad, como seguramente a la mayoría de vosotros tampoco. Y sin embargo estoy aquí. ¿Por qué? Por coherencia con lo que pienso, por respeto a mí mismo y porque lo considero un acto de utilidad pública.
Esta sí es una manifestación de utilidad pública, no los indultos a los golpistas catalanes hoy en prisión. De las muchas insidias que hemos venido escuchando estas últimas semanas esta es la más insistida. La repiten una y otra vez desde el gobierno, desde sus órganos de agitación y propaganda. Nos dicen: lo de Colón es cosa de la ultraderecha. Y sí, aquí hay personas de derechas. Y de centro. Y de izquierda. Pero por encima de nuestras diferencias, estamos de acuerdo en unas cuantas cosas.
Quizá no son muchas, pero sí importantes. La más importante: la defensa de nuestro orden constitucional. «Somos diferentes, mestizos de pura cepa», decía Félix Ovejero en una de las manifestaciones de octubre de 2017 en Barcelona. Y no estamos aquí para debatir programas políticos, ideas o estrategias. Hemos venido, convocados por Unión 78, a una sola cosa, a decir «No a los indultos». No nos ha convocado ningún partido político de derechas o de izquierdas, nos ha convocado una plataforma de ciudadanos hecha a imagen y semejanza de aquella que se formó en el País Vasco para decir ¡Basta ya! Y eso estamos diciendo aquí también: Basta ya.
Basta ya de embustes. Basta ya de decir un día que no se indultarán a los sediciosos catalanes y al siguiente lo contrario. Basta ya de pactar la concordia con aquellos que han acabado con ella y han prometido rematarla de una vez por todas. Basta ya de promover mesas a espaldas del Parlamento para tratar asuntos que incumben a toda la nación. Basta ya de insultar a quienes no piensan como ellos. A ver si lo entienden de una vez: nadie es facha por decir hoy lo mismo que decía el presidente de Gobierno hace unos meses.
¿Qué ha cambiado en España para que los indultos fueran indeseables hace un año y se trate hoy de convencernos de que son necesarios, imprescindibles? Después de afirmar que la sentencia era una venganza del Estado, el gobierno nos ha asegurado que los indultos crearán un clima de concordia. Pero ¿qué concordia, si los mismos que separaron y enfrentaron a la sociedad catalana, arruinando la convivencia y su economía, se han juramentado para volver a enfrentarla y acabar de romperla? En ese sentido son mucho más coherentes los nacionalistas: ellos no hablan de concordia. No quieren saber nada del diálogo. Siguen con la matraca de los presos políticos, la amnistía y el referéndum, al que ahora, con ayuda del gobierno, quieren cambiar de nombre para dejar fuera de él a todos los españoles. O sea, más de lo
mismo.
Recordábamos hace unos días las palabras del don José Castillejo, de la Institución Libre de Enseñanza. Las escribió en Londres, en el exilio: «Los hombres necesitan vivir reunidos, aunque no se amen ni simpaticen, e Inglaterra conoce este arte». Saber que van a quedar en libertad unos delincuentes que desconocen en absoluto ese arte y que han confesado reiteradamente que van a dividir a los distintos que quieren vivir unidos y en libertad, resulta preocupante. Porque, al contrario que Sánchez, cuya palabra no vale nada, pues dice hoy una cosa y al día siguiente la contraria, a los sediciosos catalanes hay que tomárselos muy en serio: siempre han hecho lo que decían que iban a hacer y han dado pruebas sobradas de su deslealtad para con el Estado de Derecho, gobernara en España la derecha o la izquierda, y la derecha y la izquierda han transigido siempre con todos los incumplimientos democráticos nacionalistas.
Basta ya. Es hora de cambiar esta inercia penosa. Hace años, en los momentos más tristes de la historia contemporánea española, los de la Guerra civil, otro institucionalista, Antonio Machado, escribió esto por boca de Juan de Mairena. Recuérdelo, Sánchez, cuando se siente en la famosa mesa de negociación que no de diálogo: «De aquellos que dicen ser gallegos, catalanes, vascos, extremeños, castellanos, etc., antes que españoles, desconfiad siempre. Suelen ser españoles incompletos, insuficientes, de quienes nada grande puede esperarse».
No habla Machado, como hacen los nacionalistas, de buenos o malos catalanes, de buenos o malos vascos, extremeños, castellanos, no, sino de españoles incompletos, insuficientes, es decir, de quienes quieren impedir que vivan juntos los distintos y suspender las leyes que nos hacen a todos libres e iguales. Hemos oído también que esta manifestación no servirá de nada porque los indultos ya están pactados y decididos. No es cierto.
Los actos morales y políticos tienen consecuencias y este nuestro es un acto moral y político. Estamos aquí, o yo al menos estoy aquí, decía, por respeto a mí mismo y porque no hay utilidad pública mayor que decir en público lo mismo que decimos en privado, se sea de derechas, de centro o de izquierda; en este caso: No a los indultos".
Tauro.
Luis García Trapiello, escritor: pertenece al partido comunista.
Es muy largo, el que quiera leerlo, lo haga sin prisas.
"Buenos días a todos. Nunca había hablado a tantas personas y si por mí fuera, estaría ahí abajo, entre vosotros. Quienes me conocen algo saben que no me gusta la notoriedad, como seguramente a la mayoría de vosotros tampoco. Y sin embargo estoy aquí. ¿Por qué? Por coherencia con lo que pienso, por respeto a mí mismo y porque lo considero un acto de utilidad pública.
Esta sí es una manifestación de utilidad pública, no los indultos a los golpistas catalanes hoy en prisión. De las muchas insidias que hemos venido escuchando estas últimas semanas esta es la más insistida. La repiten una y otra vez desde el gobierno, desde sus órganos de agitación y propaganda. Nos dicen: lo de Colón es cosa de la ultraderecha. Y sí, aquí hay personas de derechas. Y de centro. Y de izquierda. Pero por encima de nuestras diferencias, estamos de acuerdo en unas cuantas cosas.
Quizá no son muchas, pero sí importantes. La más importante: la defensa de nuestro orden constitucional. «Somos diferentes, mestizos de pura cepa», decía Félix Ovejero en una de las manifestaciones de octubre de 2017 en Barcelona. Y no estamos aquí para debatir programas políticos, ideas o estrategias. Hemos venido, convocados por Unión 78, a una sola cosa, a decir «No a los indultos». No nos ha convocado ningún partido político de derechas o de izquierdas, nos ha convocado una plataforma de ciudadanos hecha a imagen y semejanza de aquella que se formó en el País Vasco para decir ¡Basta ya! Y eso estamos diciendo aquí también: Basta ya.
Basta ya de embustes. Basta ya de decir un día que no se indultarán a los sediciosos catalanes y al siguiente lo contrario. Basta ya de pactar la concordia con aquellos que han acabado con ella y han prometido rematarla de una vez por todas. Basta ya de promover mesas a espaldas del Parlamento para tratar asuntos que incumben a toda la nación. Basta ya de insultar a quienes no piensan como ellos. A ver si lo entienden de una vez: nadie es facha por decir hoy lo mismo que decía el presidente de Gobierno hace unos meses.
¿Qué ha cambiado en España para que los indultos fueran indeseables hace un año y se trate hoy de convencernos de que son necesarios, imprescindibles? Después de afirmar que la sentencia era una venganza del Estado, el gobierno nos ha asegurado que los indultos crearán un clima de concordia. Pero ¿qué concordia, si los mismos que separaron y enfrentaron a la sociedad catalana, arruinando la convivencia y su economía, se han juramentado para volver a enfrentarla y acabar de romperla? En ese sentido son mucho más coherentes los nacionalistas: ellos no hablan de concordia. No quieren saber nada del diálogo. Siguen con la matraca de los presos políticos, la amnistía y el referéndum, al que ahora, con ayuda del gobierno, quieren cambiar de nombre para dejar fuera de él a todos los españoles. O sea, más de lo
mismo.
Recordábamos hace unos días las palabras del don José Castillejo, de la Institución Libre de Enseñanza. Las escribió en Londres, en el exilio: «Los hombres necesitan vivir reunidos, aunque no se amen ni simpaticen, e Inglaterra conoce este arte». Saber que van a quedar en libertad unos delincuentes que desconocen en absoluto ese arte y que han confesado reiteradamente que van a dividir a los distintos que quieren vivir unidos y en libertad, resulta preocupante. Porque, al contrario que Sánchez, cuya palabra no vale nada, pues dice hoy una cosa y al día siguiente la contraria, a los sediciosos catalanes hay que tomárselos muy en serio: siempre han hecho lo que decían que iban a hacer y han dado pruebas sobradas de su deslealtad para con el Estado de Derecho, gobernara en España la derecha o la izquierda, y la derecha y la izquierda han transigido siempre con todos los incumplimientos democráticos nacionalistas.
Basta ya. Es hora de cambiar esta inercia penosa. Hace años, en los momentos más tristes de la historia contemporánea española, los de la Guerra civil, otro institucionalista, Antonio Machado, escribió esto por boca de Juan de Mairena. Recuérdelo, Sánchez, cuando se siente en la famosa mesa de negociación que no de diálogo: «De aquellos que dicen ser gallegos, catalanes, vascos, extremeños, castellanos, etc., antes que españoles, desconfiad siempre. Suelen ser españoles incompletos, insuficientes, de quienes nada grande puede esperarse».
No habla Machado, como hacen los nacionalistas, de buenos o malos catalanes, de buenos o malos vascos, extremeños, castellanos, no, sino de españoles incompletos, insuficientes, es decir, de quienes quieren impedir que vivan juntos los distintos y suspender las leyes que nos hacen a todos libres e iguales. Hemos oído también que esta manifestación no servirá de nada porque los indultos ya están pactados y decididos. No es cierto.
Los actos morales y políticos tienen consecuencias y este nuestro es un acto moral y político. Estamos aquí, o yo al menos estoy aquí, decía, por respeto a mí mismo y porque no hay utilidad pública mayor que decir en público lo mismo que decimos en privado, se sea de derechas, de centro o de izquierda; en este caso: No a los indultos".
Tauro.