Enric Ribera Gabandé
En 12 años vista el planeta Tierra estará poblado por unos 8.500 millones de personas que van a tener hambre. Actualmente no hay comida para los 7.550 millones de seres humanos del mundo, según el último informe demográfico de las
Naciones Unidas. Hay mucha gente que pasa hambre, que está desnutrida y que muere por ello; más de 25 mil personas en el mundo fallecen diariamente, según la FAO. Es cierto que no hay suficientes alimentos para abastecer las necesidades que requieren miles y miles de humanos que no tienen nada que llevar a la boca. Es cierto, también, que estos alimentos están mal distribuidos, ya que mientras unos no tiene lo más básico y elemental para subsistir, otros, lo derrochan, le dan un mal uso, o lo vierten al cubo de la basura, simplemente.
¿Qué puede pasar de aquí al año 2030 con algunos países del continente asiático como
India y
China, (con el reciente levantamiento de las restricciones de la natalidad por parte del
Partido Popular Chino)? La cifra actual de habitantes que tiene el país más poblado del mundo, unos 1.400 millones, ¿en cuánto se va a situar en una docena de años? Es cierto que la alimentación tiene que cambiar de hábitos progresivamente, ya que de lo contrario, no habrá suficientes campos disponibles para producir verduras, hortalizas, cereales y frutas para alimentar los 8.500 millones de seres que tendrá la Tierra de aquí entonces.
Los cálculos hechos por la consultora asiática Arcluster aseguran que en tres años vista el mercado de los insectos comestibles superará los 1.200 millones de euros. Los gusanos, los grillos y las larvas son la esperanza, después de que ya son más de 2.000 millones de personas que consumen actualmente insectos en el planeta. Es cierto que existe una frontera cultural entre Europa,
Estados Unidos, y comunidades mundiales, que ya forma parte de su diaria alimentación los insectos y los grillos. Es necesario, por otra parte, que la gran sociedad de los cinco continentes entienda y comprenda que estos pequeños animalitos voladores son una comida sana, deliciosa e incluso, porque no decirlo, de moda, y que no es una alimentación para pobres, sino para todo el mundo. Es cierto que existe un mercado para los insectos comestibles. Algunos emprendedores, que saben asumir riesgos, se están situando con rapidez para aprovecharlo.
Desde el punto de vista productivo, los grillos emiten menos gases de efecto invernadero que la ganadería. Se alimentan con desechos biológicos y a penas ocupan terreno. Por poner un simple ejemplo, una granja de insectos se puede montar en cámaras verticales del tamaño de un armario, y el riesgo de la tierra baldía queda en nada.