Hacìa veintisiete años que habìa ido con mi esposo Zenòn a Camboriù, estado do Santa Catarina en el sur de
Brasil. En enero de este año decidimos volver con nuestra hija Nadia, de 21 años. Contrariamente a nuestras costas del ocèano Atlàntico en
Argentina, allì no hay vientos, el mar es templado, verdoso y cristalino. Es una bahìa entre morros agrestes. Fue una hermosa experiencia. El 20 de enero, paseamos en un telefèrico que parte de barra sur, viendo la desembocadura del rìo Camboriù en el mar, apreciando la vegetaciòn agreste del morro, haciendo escala en el Parque "Unipraias"en el mismo y llegando a la playa Laranjeiras, que es como una piscina natural; luego retornamos al lugar de origen en otro telesfèrico (son màs de 40). Acà les envìo una
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