¡Irán! Sí, Irán ha sido uno de los países que he tenido...

¡Irán! Sí, Irán ha sido uno de los países que he tenido la oportunidad de visitar en los dos últimos años de viajes por el mundo. La pregunta clásica y habitual viene a ser, ¿es seguro viajar a este país? Mi respuesta, también clásica y habitual, es sí. No he tenido problemas durante mi estancia en este territorio de Asia Occidental. Pero, ¡atención! Hay otra realidad que el turista no ve, y que la gran mayoría de las veces, ni tan solo llega a tener noticia del tema; no es una cosa que a sus ciudadanos les interese airear públicamente.

Debemos ponernos -primeramente- en antecedentes sobre la historia y las raíces de esta sociedad. Irán es el patrimonio que llegó a tener el gran Imperio Persa. Uno de los más grandes, poderosos y combatientes emporios políticos que ha habido en el mundo. Su ejército se caracterizaba por la destreza y puntería. Este imperio fue tan grande, gracias al reclutamiento de tropas, y a la organización de las provincias que permitió el rápido y la eficaz agrupación de las tropas.

Bueno, este es el espíritu que aún reina entre los actuales iraníes, muchos siglos después de finiquitarla por parte de Alejandro Magno del Imperio Persa en el año 332 a. C. Esta es la esencia que se respira en el ambiente del país. Continúa no pasando por sus principios el claudicar delante de ningún país, religión o potencia del mundo. No temen ni tan solo al “dueño” del planeta, Barack Obama, ni a sus secuaces.

En el momento que me di más cuenta que nunca del tema en cuestión, es cuando en el coche que viajaba por su territorio conducido por un chofer y acompañado de un guía turístico, mis ojos se me iluminaron al pasar por una zona del desierto de Kashan (situado a unos 300 kilómetros al sur de Teherán), y comprobar como a lo largo de más de 10 minutos de recorrido con el vehículo, se multiplicaban cientos de carros de combate situados en el horizonte y encarados sus cañones el aire.

Mí inocente pregunta al guía fue, ¿qué significa tanta artillería pesada acumulada en un mismo punto? “Enric, tranquilo, no hay guerra a la vista, aunque la podría haber si alguien se acercara a este lugar intentando obstaculizar la carrera atómica de Irán. Estamos justo en el punto donde se lleva a cabo el enriquecimiento del uranio”. Ramin Zad concluyó, “el subsuelo está agujereado como un queso Emmental”. ¡Ah…Ah…Ah! Entiendo, dije.

La historia Persa, también puede presumir de tener una cara positiva; un legado arquitectónico de gran belleza. La que fue capital de este imperio, Persepolis fue levantada por Dario I, segundo rey de los Acheménides en el año 518 a. C., donde hizo construir tres de sus palacios. Los restos de lo que queda en pie de Persepolis reunen argumentos de peso para una visita.

No concluye aquí el tema. Irán tiene una colección de mezquitas de gran belleza y singularidad manifiesta, como es la de Agha Bozorg, de Kashan; la de Naein, una de las más antiguas del país, con más de 1300 años de vida; la de Masjed-é-Jame, fundada por la entonces mujer del gobernador de Yazd Amir Chakhmagh; y la mezquita de Nasis-al-Molt de Shiraz, posiblemente el único templo musulmán de la época de los Qagares.

A ello hay que unir, la población de Esfahan y sus diez puentes, y su plaza del Imán, que mide 510 metros de largo por 165 de ancho, catalogada como Patrimonio Mundial por la UNESCO. También ofrece un encanto especial la aldea de Abyaneh, situada a 50 kilómetros de Kashan, en la montaña de Karsas, una urbe que fundaron los zoroasterianes hace unos 2000 años.

Todos estos encantos, unidos a muchos más, entre ellos los gastronómicos, hacen de Irán un destino con embrujo, historia, arquitectura, religión y misterios guardados celosamente.

Enric Ribera Gabandé
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