Trece de mayo. Mes de amor y flores,
porque, en Europa la piedad cristiana
obsequia a su gloriosa Soberana,
en aquel mes, plegarias y loores.
En Fátima llegaba a tres Pastores
el gran Mensaje, como luz temprana
que viene, tras la noche, una mañana
para irisar el mundo de esplendores.
Blanca como un cirio,
pura como un lirio,
la Virgen divina
al templo camina,
llevando en sus brazos cual rayo de luz
al niño Jesús.
Cuando Simeón
ve a Cristo en Sión
le toma y le mira,
y canta y suspira.
María: ¡qué espada de pena y dolor
herirá tu amor!
La Virgen María,
después de aquel día,
miraba a Jesús,
entre dos ladrones, clavado en la cruz.