Los
hombres como yo saben madrugar con el Sol y las iniciativas, saludan con amor cada amanecer, están alegres, activos y optimistas. Hablan poco y con sencillez. No hablan mal de nadie.
Elogian, estimulan y sirven sin interés. Tienen para los demás un buen deseo. No hablan de sí mismos.
Saben perdonar, no maldicen, no mienten, no engañan, ni exageran, ni tergiversan. Procuran ser pacientes y humildes. Hacen algo por la felicidad de otros. Conceden la razón y no disputan.
Reconocen sus errores
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