Veranear es un placer que consiste en cambiar de domicilio y disfrutar de las delicias del verano en otro lugar. Hay muchas formas de veraneo pero todas ellas son agradables y placenteras.
Mi primer veraneo lo disfruté yo con mi abuelo Pablo. Tenía 7 u 8 años. Mi abuelo tenía un cortijo muy pequeño en el Cerro Viento y unas tierras donde sembraba trigo o cebada. Tenia también algo de huerta y una alberquilla con agua que utilizaba para regar las hortalizas.
Cuando me dieron las vacaciones en la escuela él me invitó a acompañarle unos días allí mientras se realizaba las parvas en la era recogiendo la cosecha. Era la primera vez que yo me separaba de mis padres y aquello me hizo una gran ilusión.
Nos fuimos con un borriquillo y mi abuelo me llevaba delante entre sus piernas. Llegamos allí y había dos obreros trillando con unos mulos en la era. Me subí con el abuelo y estuve dando vueltas un rato a modo de tío vivo pasándomelo estupendo. Cuando llegó la noche después de cenar en el cortijo, el abuelo me hizo una cama en la era, sobre las granzas de la parva, y allí mirando a las estrellas, con el canto de los grillos y arropado con una manta, pasé una noche de ensueño.
Durante el día Celedón que era el peón de confianza bajaba al pueblo con el grano y la paja y se subía la comida que mi madre nos hacía para todos. Yo jugaba por allí, recogía frutos, me daba chapuzones en la alberca, que me llagaba a las rodillas, y disfrutaba de la naturaleza.
El cortijo no tenía luz eléctrica, no tenía agua corriente pero yo tenía 7 años y todo el amor de mi abuelo y creedme que fue el veraneo más feliz de mi vida.
Mi primer veraneo lo disfruté yo con mi abuelo Pablo. Tenía 7 u 8 años. Mi abuelo tenía un cortijo muy pequeño en el Cerro Viento y unas tierras donde sembraba trigo o cebada. Tenia también algo de huerta y una alberquilla con agua que utilizaba para regar las hortalizas.
Cuando me dieron las vacaciones en la escuela él me invitó a acompañarle unos días allí mientras se realizaba las parvas en la era recogiendo la cosecha. Era la primera vez que yo me separaba de mis padres y aquello me hizo una gran ilusión.
Nos fuimos con un borriquillo y mi abuelo me llevaba delante entre sus piernas. Llegamos allí y había dos obreros trillando con unos mulos en la era. Me subí con el abuelo y estuve dando vueltas un rato a modo de tío vivo pasándomelo estupendo. Cuando llegó la noche después de cenar en el cortijo, el abuelo me hizo una cama en la era, sobre las granzas de la parva, y allí mirando a las estrellas, con el canto de los grillos y arropado con una manta, pasé una noche de ensueño.
Durante el día Celedón que era el peón de confianza bajaba al pueblo con el grano y la paja y se subía la comida que mi madre nos hacía para todos. Yo jugaba por allí, recogía frutos, me daba chapuzones en la alberca, que me llagaba a las rodillas, y disfrutaba de la naturaleza.
El cortijo no tenía luz eléctrica, no tenía agua corriente pero yo tenía 7 años y todo el amor de mi abuelo y creedme que fue el veraneo más feliz de mi vida.