Naye, te agradezco de corazón lo que dices, recojo tu guante sobre la respuesta, que aquí te ofrezco públicamente porque si de algo tienen que servir estos foros, estos lugares de encuentro… si de algo vale, si realmente cabe encontrarle alguna utilidad, es por dos razones. La primera, como no, por honrar la memoria de quienes no están a nuestro lado y alguna vez compartieron encuentros… Y la segunda para que quepa la posibilidad de que nos fijemos en gente como Dª Faustina, Manocho, D. Florentino, el Padre Custodio,… y tantos otros de nuestro pueblo, que sirven de modelo… aunque hacerlo no solucione nada, si somos capaces de rescatar algún valor en alza, algo estaremos logrando.
Mi tía Rosa, Sor Rosa, por miles de razones, ha sido una de mis grandes debilidades, … debilidad enorme cargada de afecto, cariño y devoción hacia su esfuerzo y capacidad de superación…
Sor Rosa cumplió la ilusión que cada cual debería haber perseguido, la de apostar por un sueño y no parar hasta lograrlo. Inició su actividad de ayuda a los demás en León, (ya lo cuenta Elo), ocupando su tiempo entre los pobres de entonces que eran muchos… los pobres, pobres de las chabolas de las Ventas o los enfermos del Hospital de San Antonio. Su espíritu jovial, alegre y extrovertido era propicio para contar con un grupo de admiradores y pretendientes… Pero ella vivió una experiencia “casi mística” según me contó a mi madre, en la que un Ser Superior la invitó a elegir su destino. Ella hizo la comparativa entre sus pretendientes y ese Amor… y se convenció de cuál era su ilusión a la que valía la pena perseguir, el objetivo por el merece la pena pelear... Mi madre le decía que lo había soñado… pero ella insistía en que era una realidad, que había visto con sus propios ojos. Y ese sueño la transformó en algo mejor, en un suspiro profundo, en un golpe sobrecogido de las mejores emociones.
Mi madre y ella estaban muy unidas, muy hermanadas. Sor Rosa animaba a Amada que se fueran juntas a vivir su vocación, pero mi madre el concepto de ayuda a los demás lo tenía más cerca. Ella no podía dejar a su hermana Amparo con tantos hijos, un marido enfermo y a cargo de un negocio como aquel, la pensión La Montaña, así que desde entonces tomaron caminos diferentes, pero siempre unidas.
Sor Rosa ejerció su vocación en Madrid, en el Hospital Clínico de San Carlos. Se enganchó con entusiasmo a la ayuda a los demás… Ejerció en el quirófano, como la mano derecha del Dr. Orcoyen, siempre dispuesta… sin traicionar un solo principio de mano tendida y logró algo grande y admirable… y la palabra “reconfortar” se hizo en ella.
Y fue referente para su pueblo y sobre todo para esas personas en los que un golpe de mala salud les hace clientes vip de la sanidad pública. Y a los que no se sabe cómo consolar ni qué decir. Sobre todo, cuando su destino se ha torcido en una edad en la que aún se deberían estar dando algunos derrapes y soplando rayas de amaneceres.
Cuando intentas ayudar a quien se enfrenta al dolor en una enfermedad llena de incertidumbres, enfermedades llenas e interrogantes que obligan a ver las cosas de otro modo para siempre y que además no te permiten hacer muchos planes para el verano, porque quizás su mejor verano, llegue si logra superar este ingrato y descarnado invierno… Por eso su calor fue tan útil, justo y necesario.
En los veranos nos regalaba su presencia durante escasos diez días. Llegar a Canales suponía quedar envuelta en el cariño de su gente y en el renacer de los recuerdos. Era, después de un año intenso de trabajo, el lugar donde recargaba las pilas y dejaba que intuyéramos la expresión de la misma gracia divina.
Y por casa pasaba un río de gente del pueblo y alrededores que acudían agradecidos a saludar a quien en los peores momentos de su vida estuvo moviendo los hilos para poder ser atendidos en el mejor de los hospitales de España. Ella siempre guardó el recuerdo emocionado de un encuentro y se mostraba feliz … porque la felicidad es un bien cargado de argumentos, que pervive en la epidermis de toda la buena gente, (la de nuestro pueblo) que derrapa en lo más hondo de nuestra Alma en cuanto dejamos un huequecito para que ejerza su influencia… y me sorprendía el cariño que destilaba: inmenso, equitativo, sincero y emotivo y quedábamos sobrecogidos por la pureza de su mirada y la bondad que emanaba de su persona.
Revivía con su amiga Conchita las anécdotas de juventud y complicidad, el recuerdo de sus primeros años con sus padres y hermanos en el Reguerón… Como si al contarlas, realmente las estuviera narrando en directo. Como si al mostrarlas, te estuviera entregando el mapa más codiciado del tesoro más recóndito…
Cruzarse con Sor Rosa era un golpe de la mejor de las suertes. Leer sus cartas o escucharla, el mejor de los medicamentos contra el mayor de los desamparos.
Inteligencia, intuición, generosidad, constancia, bonhomía, alegría y pasión por la perfección y actitud ejemplarizante describen a Sor Rosa.
Estuvo muy unida al Padre Custodio al que veneraba. Lo consideraba un santo, instructor del Rey Juan Carlos, muy culto, sabedor de varios idiomas. Ostentó la máxima figura en El Escorial, escribió varios libros… una eminencia. Como yo estoy casada con un sobrino-nieto del P. Custodio, con mucha ilusión regaló a José Luis el cuadro de la Virgen del Buen Consejo que el Padre Custodio tuvo a la cabecera de su cama hasta su muerte y que heredó mi tía Rosa. También con mucho orgullo le regaló un libro escrito y dedicado por él y que nosotros guardamos con todo el cariño.
Tuvo cariño fraternal con D. Florentino, Milagros y familia. Estuvo muy orgullosa de los hijos ilustres que dio Canales… de los Casona… de Miguelín… de Pepín Lorenzana… Ella presumía de amistad con todos ellos. Ser de Canales lo llevaba ella con mucho orgullo. Intervino para que la bandera de la Virgen Milagrosa fuera una realidad.
Aprovecho para corregir a Elo en lo siguiente (como dice mi madre, Elo está confundida): La Virgen Milagrosa fue un legado de las Mariquitas (tías de Gilio) a la parroquia y como tal merecen agradecimiento y reconocimiento al cabo de los tiempos. Se representaron varias obras de teatro para poder costear la bandera de la Milagrosa que fue bordada en Madrid por unas monjas y para ello intervino Sor Rosa. (La bandera es una preciosidad). Obras de teatro se hicieron varias, mi madre también dirigió alguna y recuerda con cariño y admiración a Jorge el suegro de Elo. La bandera se hizo realidad por el esfuerzo de estas gentes del pueblo.
Cuando pueda colgaré alguna foto para documentar este reconocimiento a las gentes de nuestro pueblo.
Un abrazo, Mariajesús Morla
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