Zapatero ya es solo melancolía. En la izquierda cunde la meditación sobre lo que pudo ser y no fue. Y crece la sospecha de que nunca pudo ser porque desde el principio lo que se vendió era inconsistencia. Para ilusionar a la ciudadanía es necesario prometer algo que induzca a pensar que las cosas irán mejor. Zapatero irrumpió con un estilo que fue un bálsamo para una ciudadanía agobiada por el orgullo rabioso de Aznar. El nuevo estilo triunfó. Pero detrás del estilo, ¿había una
política o solo eslóganes
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