Aunque sabemos que un día moriremos, parece que no nos lo creemos hasta que de verdad llega el momento. Es muy sabia la naturaleza que hasta en esta certeza nos pone una venda para que disfrutemos de la vida. Algo de experiencia ajena tengo. Seguro que vosotros también; no sé si coincidirá con la mi apreciación. Cuando algunos se han visto pasar por ese trance (un accidente grave de tráfico, la comunicación de que tu cáncer te da un mes de vida, etc.), suelen reaccionar recomponiendo su existencia y ajustándose a unos valores con los que antes casi no contaban. Y en esto suelen coincidir casi siempre tanto creyentes como no creyentes. La TV nos ha presentado casos suficientes. Los creyentes tienen un plus de recursos positivos para afrontar ese tiempo con serenidad. Me tocó hacer un viaje en avión de Libreville a Malabo, en Guinea Ecuatorial. Era el año 1979. Casi la mitad de los viajeros eran "ateos", al menos por necesidad. Cuando ya faltaba menos de media hora para aterrizar, el avión descendió más de la cuenta y tuvimos la convicción de que íbamos a caer irremisiblemente. Parecía que el avión carecía de potencia para elevarse. El silencio se podía tocar. En los asientos de los "ateos", como en los demás, se podía ver cómo la gente, se santiguaba y movía los labios con oraciones.
Lo mejor es aprender de la experiencia ajena y vivir como nos gustaría haber vivido cuando llegue aquel momento. ... (ver texto completo)
Lo mejor es aprender de la experiencia ajena y vivir como nos gustaría haber vivido cuando llegue aquel momento. ... (ver texto completo)