JUVENTUD DIVINO TESORO
Como nos recuerda ese dicho tan popular la juventud es un tesoro, un divino tesoro, que no siempre sabemos utilizar como debiéramos ya que esa misma inexperiencia de nuestros pocos años y la inseguridad que nos causa el hacer frente a nuevas situaciones y vivencias desconocidas, nos impiden aprovechar, al máximo, nuestras posibilidades y nos abocan a riesgos y fracasos que nos hacen afrontar, con temor y con complejo, el camino a seguir que muchas veces no es el más idóneo.
No obstante la juventud es la etapa de la vida en la que uno se siente dueño del mundo, al menos nos creemos capaces de conseguirlo, aunque luego la realidad va haciendo que cada uno pueda alcanzar cotas distintas, en cantidad y en calidad, en ese mundo de ilusión y de esperanza que, sin duda alguna, nada regala después y uno tiene que aprender, desde el principio, que la única forma de poder triunfar en la vida es el esfuerzo, el tesón, el trabajo bien hecho y el no olvidar que la vida exige una constante competencia, que debe ser leal, y que haga prepararnos, en todos los sentidos, no para llegar, que ya es importante, sino para hacerlo en condiciones de no llegar de los últimos.
Por eso desde siempre los padres hemos puesto nuestro esfuerzo y nuestro mayor empeño en que nuestros hijos adquieran una educación y una preparación superior, si es posible, a la que nosotros recibimos por eso pensábamos le ayudaría a tener un futuro más esperanzador y más placentero.
Esto es lo que siempre hemos venido creyendo, realizando y comprobando, en nuestras familias donde nuestros mayores nos decían:”Tienes que saber más que yo para que después no sufras lo que yo he tenido que sufrir.”
El problema es que eso, como tantas cosas, se ha venido abajo por culpa primero de una crisis que está claro que los poderes económicos y políticos la favorecieron, de forma impune y hasta interesada, permitiendo que llevaran a la sociedad a un desfase brutal, llamado burbuja, que nos hizo retroceder 20 ó 30 años y perder todos los avances logrados en el ámbito social, laboral, económico y hasta familiar.
Y ya cuando parecía que íbamos cogiendo de nuevo impulso, se nos viene encima, de forma inesperada y sorprendente, esta pandemia cruel y criminal que ha venido a romper todos nuestros roles, todas nuestras conquistas y nuestros sueños y nos ha hundido en el dolor, el miedo y en una situación de desesperación, de incertidumbre y de ruina primero emocional, de salud, de muerte, de trabajo y lo que será aún peor la crisia económica que nos vendrá, porque nos lo ha destrozado todo y los jóvenes llo van a sufrir de manera muy especial porque ha roto el proceso normal de evolución de la sociedad y se ha cargado el tejido empresarial y laborar dejando sin trabajo y sin posibilidades futuras a unos jóvenes preparados y dispuestos a emprender sus vidas. Solo tendrán la opción de conseguir un trabajo temporal, ridículo y mal pagado, o irse al extranjero, que también quedará destrozado para poder buscar un futuro mejor.
Y ya no vale su educación, ni sus carreras universitarias, su fuerza, su vigor juvenil. Ahora están en la casa paterna, comiendo de sus padres o sus abuelos, sin poderse casar, sin poder trabajar, y sin el premio que por sus años de esfuerzo y preparación todos les augurábamos.
Hay que solucionar muchas cosas en nuestro país, si logramos superar esta desgracia pero de todas ellas la primera es el paro, y dentro de él ese paro de los jóvenes porque sin ellos no habrá futuro y sin futuro no habrá país.
... (ver texto completo)