Los impulsos ciegos que han desencadenado sobre España tantos horrores, han sido el odio y el miedo. Odio destilado, lentamente, durante años en el corazón de Los desposeídos. Odio de Los soberbios, poco dispuestos a soportar la insolencia de Los humildes. Odio a Las ideologías contrapuestas, especie de odio teológico, con que pretenden justificarse la intolerancia y el fanatismo. Una parte del país odiaba a la otra y la temía. Miedo de ser devorado por un enemigo en acecho. Las atrocidades suscitadas ... (ver texto completo)