Son años ya desde que partiste,
dejándonos en la oscuridad de tu ausencia,
quitándonos la dicha de tu existencia,
abandonando todo lo que aquí quisiste.
Son años ya que vivimos sin vivir,
negando la realidad brutal e ingrata,
que es como el destino nos trata,
arrebatando de nuestros amados el existir.
Son años ya del infausto suceso,
en que nuestra mente insistente y rebelde reniega,
pues ni la tranquilidad en el recuerdo se le entrega,
ni siquiera el consuelo de un último beso.
Son años ya, ¡qué largo trecho!
desde que te vi y te quise en tu niñez,
a la dolorosa visión de esa última vez,
yaciendo pálida y yerta en tu lecho.
Son años ya, y aún no soporto,
la desdicha de mis ojos de ya no verte,
la angustia de mi corazón de viva no saberte,
en un tiempo ambiguo a la vez, largo y corto.
Son años ya, ¡qué larga condena!
la que nos espera, hasta seguirte,
por el sendero que va de la vida a la muerte,
y que pondrá fin a esta ingrata pena.
Son años ya, mi hija amada
y tu hija, y nosotros, tus padres ya maduros,
junto con tu hermano todos de corazones puros,
lo aseguro hija, nunca serás olvidada.
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