Interesante artículo que refleja una realidad que nadie puede negar al menos que viva fuera del planeta. Se aceptan argumentos solidos
Podemos, diagnóstico de una gravísima situación
Fernando Onega
16 de julio de 2014 05:00
lavozdegalicia. es
Si el partido Podemos fuese demócrata cristiano, hoy deberíamos decir que está tocado por la gracia de Dios. Como es todo lo contrario, debemos decir que apareció en el momento oportuno y lo supo aprovechar. El resto es un regalo de los demás partidos y de bastantes creadores de opinión. De los demás partidos, porque resulta increíble que el PP, con todos los galones de su mayoría absoluta, lo elevó a la categoría de ¡adversario electoral! en su reciente curso de verano. El pasado viernes era un espectáculo ver cómo la torpe derecha gobernante centraba sus discursos en Podemos y la televisión lo difundía en sus telediarios. De bastantes creadores de opinión, porque lo han situado en el centro de las expectativas. Y necesito añadir que la fortuna, la estrategia de comunicación o la miopía de sus propios adversarios se encargaron de que Podemos y su líder, Pablo Iglesias, hayan sido noticia diaria desde las elecciones europeas.
El resultado es el que muestra la encuesta postelectoral del CIS: Podemos sería ahora mismo la tercera fuerza política, por delante de UPyD y de Izquierda Unida. Impresionante. No se recuerda un fenómeno de tan rápida implantación y de seducción de la sociedad. ¿También creíble? La encuesta fue efectuada entre el 29 de mayo y el 16 de junio, cuando todos estábamos extasiados por el repentino éxito de Iglesias y su grupo. Tan extasiados, que dos millones de ciudadanos confesaron que lo habían votado sin haberlo hecho. Ahora bien: como el recuerdo es tan indicativo como la intención de voto, démosle el valor que tiene y deduzcamos que Podemos crecía como la espuma en la primera quincena de junio, cuando se beneficiaba del efecto sorpresa, pero también cuando el público descubría su identidad ideológica.
Si un mes después lo sigue haciendo, Pablo Iglesias merece que se reconozcan sus méritos, por supuesto. Pero la clase política tradicional tiene que hacer alguna reflexión tan seria como estas. 1) La situación política es más grave de lo que parece, porque una parte creciente de la sociedad respalda a quien se propone expulsar a sus responsables y vota a quien tiene credibilidad para hacerlo. 2) Los mensajes que defienden la estabilidad del sistema suenan arcaicos y carecen de atractivo frente a los que propugnan su desmontaje. 3) Podemos no tiene fuerza autónoma suficiente para cambiar el régimen, pero tiene un poder indirecto todavía más peligroso: el de contagio de sus ideas y de sus rechazos a toda la izquierda. 4) Cuando empieza a parecer posible que una ideología con tintes bolivarianos e iniciativas tales como no pagar la deuda gane las elecciones, es que el descontento social está empezando a pedir algo parecido a una revolución.
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